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El rojillo ignorado Andrés Unanua jugó un partido y ha desaparecido de la alineación

las webs especializadas, incluida la de la liga profesional, colocan en su lugar a Purroy y no lo incluyen en la plantilla de osasuna de la temporada 1982-83

El rojillo ignorado Andrés Unanua jugó un partido y ha desaparecido de la alineación

Resultado: 2-1. Sin embargo, un repaso a varias webs especializadas (incluida la de la propia Liga de Fútbol Profesional) descubre que el defensa ha sido condenado al anonimato: no aparece en las alineaciones (figura Purroy, que en aquella fecha estaba lesionado), en otras le suplanta un tal Unanue (del que en la ficha individual no hay nombre ni datos deportivos ni nada que permita identificarlo) y tampoco consta en la relación de la plantilla de aquella temporada. Pero él estuvo allí. Es el rojillo desconocido.

"Fuera de Osasuna, no existes como futbolista de Primera", le comunica el periodista a Andrés Unanua, de 51 años y desde hace más de una década apartado de lo que fue una vida enfocada al balompié, como jugador primero y como entrenador después. "Es curiosísimo", reconoce mientras se adivina la sonrisa en su rostro y la sorpresa de quien ya no esperaba ser noticia por algo que ocurrió hace casi treinta años y que ahora ha puesto de actualidad el récord de Puñal.

Sin embargo, no hace falta forzarle mucho la memoria porque los recuerdos le fluyen con tanto detalle que demuestra que para él la experiencia de aquel único partido permanece como algo imborrable. Y su testimonio refuta el error de las webs: "Recuerdo que era un partido en el que el Real Madrid se jugaba la Liga (la perdió una semana después en beneficio del Athletic) y nosotros el descenso (Osasuna logró la permanencia ganando al Barcelona). Fue un partido de mucha tensión. Había muchas bajas y Purroy estaba lesionado. Jugó Bustingorri y también salió unos minutos (diez) Larraya". En total, ocho navarros en el once inicial.

Y continúa con exactitud milimétrica: "Ya se rumoreaba una semana antes del partido que habría bajas. Purroy era la principal duda. Entrené con el primer equipo y el jueves, más o menos, me dijo Pepe Alzate que iba a jugar. De repente, pasaba del Promesas a jugar en el Bernabéu delante de 90.000 espectadores... Cuando salí al campo me llamaron mucho la atención las gradas: eran interminables. Había mucha gente, mucho ruido también. Luego, conforme pita el árbitro, comienza el partido a un ritmo tremendo...".

El partido se sigue jugando todavía en su cabeza: "Me tocó coger a Isidro (entonces los marcajes eran individuales). Creo que jugaron en punta Isidro, Santillana y Pineda (así fue) y luego creo que salió Juanito (aquí falla, fue Del Bosque). Los primeros quince minutos se jugaron a un ritmo exagerado. Pensaba que si seguíamos así no llegaba al final...".

Unanua llegó al minuto 90, pero no sabía que ese minuto era el final de su trayectoria en Primera División. Alzate, su mentor, se marchó al Betis y llegó Ivan Brzic. "Creo que Alzate confiaba en mí, pero con Brzic volví al Promesas. Seguí en el filial hasta 1987; recibí alguna oferta para jugar en Segunda B, pero ya tenía un trabajo fijo. Entonces, Fernando Murguía (secretario técnico) me propuso ser el segundo de Manolo Los Arcos, que entonces se hizo cargo del Promesas". Y así hasta el año 2000, con una etapa final al frente del juvenil de División de Honor.

"Llegué a Osasuna con 18 años, del San Juan, y allí estuve hasta los 40. Ahora estoy desligado del fútbol. No tengo morriña aunque me costó acostumbrarme. Pero luego va pasando el tiempo y...", y basta un poco de conversación para refrescar el pasado. Es como las batallitas de la mili. "No le doy demasiada importancia, pero estuve tan cerca (de debutar) antes de ir a la mili... La mili futbolísticamente me hizo mucho daño; era algo que te cortaba por medio. Llevaba año y medio en Osasuna (el partido de Madrid es posterior) y era cuando mejor estaba. Pero, de repente, te ves en Jerez de la Frontera. Osasuna me cedió al Xerez y tuve la mala suerte de que el coronel que me tocó lo primero que hizo fue llamarme y decirme que estaban venga tocarle las narices desde Pamplona, y que si él tuviera un hijo lo primero que haría es la mili y luego, si quiere, jugar al fútbol. Así que estuve allí, hice la pretemporada pero luego, como mucho, solo podía entrenar un día a la semana...".

Treinta años después, llegamos al punto de partida: los 351 encuentros de Puñal y, como contrapunto, ese partido, el único, que parece no haber jugado nunca Unanua. Como segundo entrenador del Promesas tuvo a sus órdenes al centrocampista de Huarte cuando comenzaba su carrera. "Lo recuerdo bastante bien. Ya tenía los rasgos generales que presenta ahora en cuanto a saber estar, a constancia... Pero había mucha competencia en su puesto. Coincidió con Txomin Nagore, que era distinto, y que tenía bastante proyección". Sin embargo, Puñal ha roto récords en Primera División: "Lo que le ha hecho bueno a Puñal es lo que ya tenía. Debes tener una condiciones mínimas, pero él ha sido fortísimo en cuanto a solidez, mentalidad y motivación: es lo que todavía le mantiene ahí". Tan sólido como los recuerdos de Andrés Unanua.