Osasuna da un giro definitivamente a sus aspiraciones en esta Liga. La victoria contra el Athletic, que es un rival directo en pretensiones, le coloca a Osasuna en el sexto puesto, que da derecho a participar en la Europa League, a 14 puntos del descenso a falta de 12 jornadas para el final, y a dos del cuarto puesto, que da derecho a jugar Champions y que en la actualidad ocupa un Málaga que debe jugar próximamente en el Reyno. El discurso de la permanencia sigue vigente en las declaraciones oficiales del presidente, Patxi Izco, y del técnico rojillo, José Luis Mendilibar, pero en el discurso de todos los aficionados está ya el objetivo europeo totalmente instalado. Marc Bertrán lo dijo muy claro entre semana: si ganamos, será el momento de mirar hacia Europa. Y puestos a mirar, por qué no hacia ese cuarto puesto, que está a sólo dos puntos. Nadie nos impide soñar cuando todo está tan cerca.

Y Osasuna se ha ganado a pulso esa posibilidad de soñar, porque, a pesar de las importantes bajas y de otros obstáculos, el equipo rojillo va semana tras semana aportando su grano de arena para cimentar esa ilusión. Ayer, sin ir más lejos, logró tres puntos como premio a su enorme trabajo, a su firme convicción y a su fe por doblegar a un rival al que se le tiene ganas, pero que venía de hacer, y no hay que olvidar, un partidazo épico en Old Trafford.

Ganó porque Osasuna y Mendilibar supieron llevar el partido a su terreno, a jugar como quería, ejerciendo su papel de anfitrión e impidiendo que el Athletic se sintiese tan cómodo como ante el Manchester. Para lograrlo propuso un fútbol muy intenso, veloz, agresivo y con un ritmo endiablado, presionando en la primera línea y no dejando espacios ni posesión del balón al rival. Todo ello le salió bien y le obligó al Athletic a jugar como no le gusta: con juego directo y prescindiendo del fútbol combinativo, dirigido y conducido desde atrás. El Athletic se vio perturbado, sin fluidez en el centro del campo, y ello terminó desgastando a su defensa, que fue perdiendo confianza y teniendo demasiados problemas de todo tipo, sobre todo por alto, para anular el juego ofensivo rojillo.

El Athletic intentó sorprender en cada jugada ofensiva atacando con un gran número de efectivos y dejando pocos defensas atrás, pero debido al trabajo del equipo osasunista no consiguió en ningún momento que Muniain, Iturraspe, Íñigo Pérez y Toquero entrasen en juego, y esa salida en tromba cada vez que tenía el balón sólo terminó por debilitar su parte de atrás.

Por el contrario, Osasuna supo desnivelar un partido bastante igualado al rentabilizar mejor su ataque y, sobre todo, sus acciones de estrategia. Sus dos goles llegaron de esta forma.

En el segundo tiempo, Osasuna lo pasó mal, sobre todo en los balones aéreos, tras la salida de Llorente, Ander Herrera e Ibai Gómez; pero los jugadores demostraron que creen en sus opciones al dar todo físicamente hasta el último segundo para mantener la victoria en un final trepidante y no apto para cardiacos porque las ocasiones se sucedieron en una y otra puerta. Por lo menos, en esta ocasión Osasuna logró el premio a su trabajo y sumó los tres puntos que le encaminan a la batalla decisiva por Europa.