Era una gestora, no una junta directiva
Javier Zabaleta, que no pudo acceder a la presidencia por la vía de las urnas, lo ha hecho a través de una gestora de urgencia y previo apoyo de los compromisarios. Hubo antes unos instantes muy tensos en los que, entre bambalinas, se ejerció una enorme presión sobre Diego Maquirriain -en particular por parte de Luis Ibero- para que diera un paso atrás; ahí se vertieron comentarios subidos de tono y gruesas proclamas que descubren el talante de alguno de los integrantes de la gestora. Pese a esto, lo primero que hay que decir es que el trabajo de Zabaleta (y el de su junta) ha sacado al club, por el momento, de la UVI. Había que recaudar para pagar sin pararse en otros contenidos y salvaron ese round a base de desmantelar la plantilla y buena parte de la estructura y métodos de Tajonar. Es posible que no hubiera otra forma de hacerlo. Sin embargo, en algunas de sus decisiones y escenificaciones en público, la gestora se ha comportado como una junta directiva, extralimitándose en la toma de decisiones. Ha adoptado compromisos a futuro que serían un lastre para el futuro presidente del club si este no resulta alguien afín a la gestora. Antes y después de Archanco, el grupo de Zabaleta maniobró para alcanzar la presidencia; lo que no cabía esperar, una vez fraguado su plan, era que la ambición disfrazada de osasunismo provocara la fractura y volviera a reeditarse, tres meses después, el mal rollo de la directiva anterior. Con todo, soy de los que piensa que, visto su comportamiento, el socio apoyaría por mayoría a Zabaleta en unas elecciones, aunque mirará con lupa a sus compañeros de viaje.