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José Luis Díez, fiel a sí mismo

José Luis Díez, fiel a sí mismo

Si hay alguien en el fútbol navarro que representa el retrato de una época ese es José Luis Díez. Pero primero habrá que dejar sentado que aunque deja los cargos en la Federación Española y en la Navarra ello no implica que abandona el fútbol: un hombre como Díez nunca aparca la que ha sido la pasión de su vida. Una pasión alimentada durante décadas, primero como futbolista y después como entrenador y dirigente, con ese barniz especial que da el haber mamado el fútbol más modesto, cuando la regional era una cuestión de identidad en un pueblo y a los directivos su afición les costaba dinero. Conocedor como pocos del entramado legal del fútbol, me cuesta imaginarlo alejado de las reuniones en Madrid, de esos destinos insospechados en los que, ante la insistencia, terminaba por coger el móvil -“estoy en una reunión del comité de...”, concedía con su manera atropellada de hablar-, de alguna intriga de la que voluntaria o involuntariamente era participe, de un palco de autoridades o de cualquier rincón en que se hable de fútbol. Pero dijo que se iba y, medio a regañadientes, se va. Eso sí, con el cuchillo entre los dientes: le hizo un último desplante a Villar (el presidente de la española no ha ocultado su afecto por él aunque le describía como “una mosca cojonera”) no secundando la reciente jornada de huelga convocada por algunas territoriales, dejó también ayer esa perla sobre las cuentas de la gestora de Osasuna abriendo heridas de manera gratuita e innecesaria y en su última junta en Pamplona les espetó a sus directivos (algunos de los cuales temían que no cumpliera su palabra de dejar el cargo) que en esa última reunión ya no tenía “ganas de guerra”, aunque casi la hubo. Alguno, por fin, respiró tranquilo.

En estos quince años en la Federación, Díez ha sido, por encima de otras orientaciones, fiel a sí mismo, bien entendida esta expresión como un ejercicio del cargo desde una dirección presidencialista y buscando siempre rodearse de colaboradores adeptos y muy poco críticos. Buena gente, eso sí. Pero quien intentaba sacar la patita del tiesto, tenía los días contados. Yo creo que Díez les provocaba de manera velada para que se pronunciaran, los desprevenidos picaban en el anzuelo y así tenía constancia de quienes intentaban romper la disciplina. De esta manera dejó fuera de juego a Javier Maeztu, Heraclio Jiménez y Pedro Mari Jiménez, entre otros. A él, cuando decidió entrar en política en las filas de UPN, le ocurrió algo parecido con Barcina. En esta estrategia de conmigo o sin ti, su mayor éxito fue dejar en cero votos (50-0) a Heraclio Jiménez, su último rival en unas elecciones: no ocultó que su objetivo era ganarle por goleada y a fe que lo consiguió. Ahí tocó techo: poco más podía ambicionar ya en el fútbol navarro para demostrar su poder omnímodo.

La etapa de Díez ha coincidido con algunos cambios sustanciales: la aparición de las superficies sintéticas que ha mejorado todos los campos, las inversiones para modernizar instalaciones, el freno a las agresiones arbitrales, avances en la atención médica a lesionados... Dijo, por otro lado, que tuvo que tragar con aquella operación política que fue la fracasada selección navarra de fútbol; también señalan en su contra que no tuvo apego por el fútbol sala y el fútbol femenino. Y, sobre todo, que se ha ido alejando del fútbol navarro porque su verdadero interés estaba en los tejemanejes de la Federación Española. Díez no habrá dejado contentos a todos, pero también es cierto que, pese a los reiterados intentos, nadie ha conseguido armar una oposición sólida para hacerle frente. A última hora, hace solo unas semanas, incluso algunos de los que siempre han estado enfrente le hicieron un guiño de complicidad con el indisimulado afán de que no fuera Rafa del Amo quien accediera interinamente a la presidencia.

Porque si Díez siempre ha tenido todo bien atado, al final le han acechado las dudas. Dudas de que Del Amo fuera, desde su óptica, el hombre adecuado para dirigir este tránsito de año y medio hasta las elecciones de 2016. Más que dudas, diría yo. De ahí la tensión latente en la última reunión de la junta. A Díez le hubiera gustado alguien más similar a él, capaz de concentrar todo el poder pero que pareciera todo lo contrario. No lo ha encontrado. José Luis Díez solo hay uno.