un punto parece poca cosa cuando Osasuna está necesitado de ser rescatado del descenso y de sumar estímulos más sustanciosos que hagan creíble, de cara al exterior, el reiterado mensaje de confianza y optimismo que casi a diario envía la plantilla. Un empate sería otro grano de arena en la enorme montaña de decepciones de esta temporada si no fuera por todo lo que dio de sí el partido con el Numancia. Osasuna compareció como el segundo peor equipo de la categoría y con el Barcelona B a un solo punto. Nunca la soga del descenso había apretado tanto a ese organismo maltrecho. Que casi dos horas después los rojillos estuvieran por encima de esa zona infernal después de ser castigados con una expulsión insolente, jugar 75 minutos en inferioridad y sufrir la anulación de un gol legal es como para creer que sí, que este equipo no se va a rendir pese a los mil obstáculos -los que le ponen y los que se autoimpone- que encuentra en su camino. Porque cualquier sospecha tiene fundamento tras ser acribillados por el arbitraje de Pizarro Gómez en la primera parte. El colegiado se da mucha prisa en echar del partido a Cedrick y cargar de tarjetas a futbolistas estratégicamente importantes como Lotiès y Sisi; una severidad extrema que no aplicó a jugadores del Numancia en acciones de corte similar. La obstinación o persecución, según cómo y quién lo interprete, tiene el otro punto culminante en el gol anulado a Loé, en posición correcta según la imagen de televisión. Cierto es que el margen es tan milimétrico que el juez de línea puede equivocarse, pero lo que exaspera es que casi siempre el error humano perjudica a Osasuna como si fuera ya una ley no escrita del fútbol. Si con todo esto la situación hoy no es de desahucio es porque los futbolistas interpretaron al pie de la letra su compromiso de rescatar a Osasuna.

Compromiso de verdad.- Por encima de actuaciones individuales que siguen sin estar a la altura del momento, el equipo ni se escondió ni se entregó. La expulsión de Cedrick y el gol de Vicente no hicieron sino animar el esfuerzo de unos jugadores que lo entregaron todo. También es posible que hubiera un exceso de motivación que impidiera, como evidenció Cedrick desde la primera tarjeta, una lectura más sosegada del partido, algo que sí recuperó en el orden de líneas de la media hora final. Mateo leyó bien el partido en inferioridad, pero el entrenador sorprendió de forma desagradable en el inicio con una alineación en la que prescindía de los chavales de la cantera. Hoy no es día de señalar a nadie porque hay que valorar el esfuerzo común, pero hay varias posiciones que necesitan ser sometidas a revisión.

Sisi emperador.- Pero tampoco es cuestión de dejar diluido en el trabajo común la aportación individual de Sisi. Juega donde le ponen, pero si está en espacio de más contacto con el valor y de ganar en protagonismo, es capaz de echarse el equipo a la espalda. Ayer apareció por todas las zonas del campo y delineó el gol del empate con Nino. Combatió cuerpo a cuerpo y tiró de recursos para sacar faltas que equilibraban la inferioridad. Sufrió al final defendiendo en la banda izquierda por puro agotamiento. Fue Sisi quien dijo la pasada semana que “estamos convencidos y no veo a nadie con la cabeza baja”. Ayer empataron por convencimiento y hoy tienen que seguir mirando al futuro con la frente alta. El rescate de Osasuna está en juego.