pamplona - Osasuna vuelve a comprometer su futuro en la categoría con un revés en sus planes que para nada figuraba en los planes del entrenador ni en los de este osasunismo esperanzado ante las señales de reacción que estaba mandando el equipo. Dos errores, uno en el centro del campo y otro en el cierre en la defensa, facilitaron que la calidad de los jugadores de Las Palmas se mostrara en todo su dolor y definiera el partido. Ni siquiera tuvo Osasuna margen para la reacción tras la igualada, porque volvió a tropezarse en sus fallos y propició que le marcaran el segundo, el definitivo.

El equipo de Martín realizó un segundo tiempo excelente, encerró a su rival, le arrinconó gracias a la recuperación de balones, centró una y otra vez sobre el área, pero al gran caudal ofensivo no le siguieron los remates. La falta de definición fue la amarga guinda de un juego ofensivo obstinado y sin desmayo, para el que no se encontraron alternativas o, simplemente, no alcanzó el tiempo. Algo que comienza a escasear.

El repertorio de los autogoles iniciado en Valladolid continuó ayer ante Las Palmas en otra modalidad. El fallo garrafal de Nekounam en la entrega en el centro en campo propio, un pase blando que no podía ir a nadie, hizo que el partido saltara por los aires nada más comenzar. A Viera, un jugador de clase, el regalo del futbolista iraní le supo a gloria porque, consentido también por los centrales que recularon en exceso y se confundieron con una maniobra de Araujo -el argentino se cruzó para interferir sin buscar ni esperar la pelota-, se plantó en el borde del área para marcar de zambombazo imparable.

Osasuna notó el golpe, se mostró ansioso, acelerado, también con algunas dudas y se vio pronto dominado. Las Palmas, bien colocado, presionante y duro sin balón, con criterio con él, llevaba las riendas de ese modo y los rojillos por igual se estrellaban ante la defensa, como caían en su bien organizado sistema de apoyos y ayudas, abriendo el campo o buscando a sus delanteros. Osasuna, que salió sin grandes arriba, se confió entonces al balón parado, a los centros, al fútbol directo y sin contemplaciones, algo que evitara pensar mucho y que acortaba distancias. En un córner, tras tanto tráfico aéreo sin destino, por fin pescó Vujadinovic un gran testarazo, producto de esa fe que expone a cada subida al área contraria, y marcó. Fue como si nada, porque debían estar los chicos de Martín repensando el partido cuando, en la jugada siguiente a la acción de la igualada, un desajuste en defensa, demasiado hueco entre dos de los centrales, liberó un carril fantástico a Araujo, que tuvo tiempo de controlar y marcar tan campante.

A Osasuna no le abandonaron las prisas como tampoco le volvió la cara al marcador y a la búsqueda de la portería de Las Palmas con más ahínco que tino. Tras todo un primer tiempo de sufrimiento, con las manecillas del reloj lanzadas sin arreglo de la situación en el campo, el partido quedaba como casi había empezado. Muy mal, exigiendo una machada.

Había quedado muy claro que Las Palmas venía a interferir en ese viento favorable que sopla en Osasuna y que no se iba a dedicar a mirar a la promoción, cuidar a los suyos y pensar en el play off. El conjunto canario tiene futbolistas de calidad y el aliño de Valerón, quebradizo en el porte y exquisito con la bola, condimentaba todavía más ese estilo de gusto, aunque el estereotipo fue desterrado a cada disputa y pelea. Herrera, entrenador del conjunto canario, sabía que en El Sadar iba a mandar a la pelea y no la negó con los suyos.

Martín mejoró al equipo porque lo impulsó con la entrada en el campo de Raoul Loé, colosal en el empuje, mucho más apropiado para el partido que el relevado Nekounam -desaparecido tras su fallo en el primer gol-, y también con la inclusión de Cedrick, que tuvo sus minutos de revolución de partido que estuvieron a punto de dar sus frutos. Osasuna atacó sin desmayo, con un sistema de riesgo evidente -solo con tres centrales-, metiendo por los flancos a Hervías y Oier, y leyendo bien la contienda en cuanto al acoso desde las bandas y la recuperación sin tregua en el centro del campo. Las Palmas fue incrementando la población de su defensa con el paso de los minutos y no le hizo ascos a defender con casi todo el mundo. Osasuna terminó dándose de cabezazos contra la pared. No es para menos.

OsasunaLas Palmas

2Tiros a puerta2

7Tiros fuera1

3Ocasiones de gol0

17Faltas cometidas14

42Balones al área18

10Córners3

2Fueras de juego3

55%Posesión45%

12Intervenciones del portero11