Pamplona - Además de hablar sobre Osasuna, a Urko Vera también le gusta rememorar tiempos pretéritos en un mundo, el del fútbol, con el que se muestra tremendamente agradecido.
¿Quién ha sido su referente como futbolista?
-Desde que era niño siempre he querido ser delantero centro y mi ídolo era Ziganda cuando estaba en el Athletic. Es una casualidad que sea navarro y de la cantera de Osasuna, pero siempre ha sido el que me ha gustado porque, como yo, era un poco guerrero, de lucha, entrega, goles, un poco perro. Y a día de hoy me gustan Luis Suárez, Ibrahimovic, Lewandowski..., pero sobre todo Ronaldo, tanto en el Barcelona como en el Real Madrid. Me parecía un escándalo porque las metía de cualquier manera. Pero yo a eso no llego (risas).
No llega, pero se ha ganado la vida con el fútbol...
-Sí. Está claro que a nadie le regalan nada y el tiempo pone a cada uno en su sitio.
¿Qué le ha dado el fútbol?
-Mucho y muy bueno. Me ha dado educación, muchos amigos, mucho aprendizaje futbolístico, mucha mejora y, por supuesto, me ha dado estabilidad económica y me ha encaminado la vida. Me ha llevado por el buen camino y es lo que más agradezco al fútbol. Cuando era crío estaba un poco equivocado mentalmente y el estar con personas, entrenadores y gente que me ha ayudado me ha hecho mucho bien como persona. Siempre he querido ser buena persona y el fútbol me ha ayudado. También me ha dado recuerdos, la oportunidad de jugar en Primera con el Athletic, un ascenso con el Eibar... Me siento muy afortunado.
¿Con qué momento se queda?
-El debut en Primera. No se puede explicar con palabras. Es el recuerdo más bonito de mi carrera y el que más me ha marcado como futbolista, aunque me pilló un poco inmaduro.
¿Cómo fue?
-Un 3-0 con el Athletic al Sporting de Gijón del amigo De las Cuevas. Me acordaré siempre. Estaba cagado. Recuerdo que Pablo Orbaiz y Carlos Gurpegui, que eran de los veteranos, me decían que me iba a cagar, pero yo les decía que no porque nunca había tenido nervios. Y salí acojonado porque había 40.000 personas en San Mamés un domingo a las cinco de la tarde. Ganábamos 3-0 y Caparrós me dio la oportunidad de estrenarme. Me acuerdo de ese momento y del único gol que he metido en Primera: en el campo del Getafe en la última jugada de un partido que empatamos a dos. Son mis grandes recuerdos a día de hoy, aunque espero que lleguen más.
¿Le ha quitado algo el fútbol?
-Hay que estar agradecido con todo. El año que subí con el Eibar decidieron no contar conmigo en Primera y en el Athletic duré seis meses. Es una pena, pero hay que quedarse con lo bueno. No hay que mirar al que me ha quitado, hay que mirar hacia adelante y lo que hay que hacer es demostrar con hechos y números que se han equivocado. Eso es un placer. Es mejor demostrar lo que vales que lamentarse.
En los últimos diez años ha pasado por una docena de equipos. ¿Será Osasuna el club donde eche raíces?
-Ojalá. Por la cantidad de equipos en los que he estado parezco un jugador de 40 años (risas). Es cierto que me gustaría echar el freno de mano y estar unos años en un sitio, pero nunca se sabe.
¿Pamplona es un buen sitio?
-Aquí estoy muy contento y mi novia también porque estudió aquí, tiene amigas y está trabajando. Conozco Pamplona muy bien y me gusta mucho, pero ya veremos. El tiempo lo dirá. Pero ojalá. Estoy cerca de casa y ya no tengo ganas de más aventuras, pero no sé qué pasará.
Hablando de aventuras, ¿cómo le fue la de Corea?
-Fue dura, pero también saco cosas positivas porque ahora valoro todo mucho más. Aprendí mucho, pero fue complicado porque no podía hablar con nadie.
Después de aquello fichó por Osasuna, aunque la operación tardó en cerrarse...
-Estaba un poco nervioso y asustado (risas), pero sabía que se iba a concretar. El míster me dijo que estuviera tranquilo porque tenía que coger un poco el tono al no estar bien del todo, pero fue como una película: hasta el final no supe qué iba a pasar. - J.L.