San Sebastián - Ni el viento, ni la lluvia, ni el granizo ni la mala situación deportiva por la que atraviesa Osasuna impidieron que aproximadamente un millar de aficionados del conjunto navarro se desplazaran ayer a Donostia para apoyar a su equipo y protagonizar una auténtica ciclogénesis rojilla. No hubo recompensa en forma de puntos porque el equipo de Petar Vasiljevic volvió a perder, pero la hinchada desplazada hasta Anoeta pudo vibrar con un partido en el que Osasuna volvió a dejarse el alma, en el que se adelantó en el marcador, en el que sufrió una cruel remontada en apenas un cuarto de hora y en el que incluso dispuso de la oportunidad de rescatar un punto en el tramo final gracias a un gol de Sergio León y un disparo de Jaime Romero que Rulli desvió al larguero.

El grueso del millar de aficionados rojillos presentes ayer en Anoeta arribó en territorio donostiarra a media mañana y, a pesar del frío y la lluvia -incluso aguanieve por el camino-, trató de aprovechar la jornada entrando en calor en diferentes locales hosteleros de la vecina ciudad de Donostia. ¿Cómo? A base de pintxos y bebidas.

La hinchada de Osasuna quiso montar una fiesta a la que contribuyó después el equipo con unos 60 minutos iniciales de partido en el que los jugadores rojillos rayaron la perfección, pero después vino lo peor. Pese a que la Real Sociedad volteó el marcador con tres goles en 15 minutos, ni la hinchada ni el equipo navarros se rindieron y a punto estuvieron de encontrar premio. Pero no pudo ser.

En definitiva, que la afición rojilla volvió a exhibir su fidelidad y su fortaleza y, aunque sin victoria, regresó a Pamplona con la esperanza de que Osasuna se encuentra cada vez más cerca de su segunda victoria liguera del curso. El problema es que el Real Madrid es el próximo visitante de El Sadar, aunque con y para esta hinchada todo es posible.