pamplona - Eran otros tiempos. Era otro fútbol. Aún persistía el derecho de retención, el fichaje de futbolistas extranjeros estaba limitado, faltaban años para que se consagrara la ley Bosman, el fútbol televisado se limitaba a un partido por semana, casi todos los encuentros comenzaban a la misma hora, los equipos trabajaban solo con un entrenador y no con una corte de auxiliares, los futbolistas saltaban al campo numerados del 1 al 11 y el dorsal era fiel a una posición en el terreno, los árbitros vestían siempre de negro y las opciones de los chicos de la cantera de llegar al primer equipo eran tan altas como escasos los recursos económicos de los clubes. En este último caso, una necesidad complementaba a la otra.

En este contexto hay que contemplar la alineación que opuso Osasuna al Deportivo en la última visita que los rojillos realizaron a Riazor para disputar un partido de Liga de Segunda división, el 2 de marzo de 1980. Pepe Alzate, entrenador entonces, eligió un once que, en esencia, respetaba el perfil del equipo durante la temporada: aplastante presencia de jugadores de casa, acompañados de dos o tres aditamentos foráneos. Para Osasuna no era una salida de urgencia: eran años en los que proliferaban los buenos jugadores, el Promesas y el juvenil tenían mucho músculo y, como remate, el técnico profesaba una fe ilimitada en la cantera.

Así las cosas, en aquel remoto encuentro de la jornada 25, con un Osasuna todavía tímido a la hora de confirmar su candidatura al ascenso, Alzate presentó en A Coruña un equipo formado por diez futbolistas nacidos en Navarra más Dioni, natural de la localidad cacereña de Casar de Cáceres, pero afincado en Lesaka con 5 años, de donde pasó a residir a Beriáin. El flemático centrocampista creció en el Iruntxiki; de allí saltó en edad juvenil a Osasuna. Solo el DNI puede discutir que Dioni fuera en aquel equipo un navarro más.

A lo que íbamos. La alineación aquel día fue: Vicuña; Bayona, Esparza, Goñi, Gabari; Celigüeta, Dioni, Lecumberri; Echeverría, Mauro y Martín. En el descanso, Celigüeta dejó su puesto a Mina; y en el minuto 67, Rández remplazó a Gabari. El partido lo perdió Osasuna por 3-1 y el único gol del cuadro visitante llevó la firma Martín (1-1). En la escuadra rojilla se echó de menos a titulares habituales como los navarros Iriarte, Lumbreras e Iriguíbel, y al madrileño, con raíces navarras, Emilio Macua.

Pese a esa proliferación de jugadores de casa, Osasuna no llegó a alinear a lo largo de aquel curso un once con registro civil irreprochablemente foral. Entre otras cosas porque Macua fue titular en 36 de los 38 encuentros del Campeonato. Pero no solo Osasuna tiraba del producto de la tierra; un repaso de la alineación del Deportivo aquella tarde también revela un equilibrio de fuerza (o unas limitaciones parecidas). El cuadro gallego, entrenado entonces por el extécnico osasunista García Verdugo, puso en el campo a nueve futbolistas gallegos (siete de la provincia de A Coruña, uno de Pontevedra y otro de Lugo) acompañados del catalán Moratalla (luego jugador del Barcelona) y del delantero argentino Juan Carlos Piris.

el dato

La última alineación navarra cien por cien, en 1976-77

Ahora, en una temporada en la que la cantera parece volver a tener un peso más relevante en los planes de Osasuna (por lo menos en los de su entrenador...), la media de titulares por partido oscila entre 3-4, en el banquillo son siempre mayoría (en torno a 5 de los siete que esperan turno) y en las convocatorias es habitual la presencia de 8. Está claro que este de ahora también es otro fútbol, más globalizado, con más exigencia competitiva y en el que la relación éxito deportivo-ingreso económico se convierte en una presión a la que pocos se resisten aún a costa de sacrificar algunos principios inherentes al propio club.

Esta temporada, en la plantilla de Osasuna hay nueve navarros con dorsal (tras la salida de Imanol). En el Deportivo, solo tres son gallegos: Bergantiños y Mosquera, de A Coruña, y el portero Dani Giménez, de Vigo. Osasuna aún podría pararse hoy en Riazor -con un par de licencias- como hace 38 años: Juan; Barja, Unai, Flaño, David García, Endika; Oier, Íñigo Pérez, Roberto Torres; Olavide y Javi Martínez. Con los canteranos Juan Pérez y Javi Martínez como asimilados.

Es otro fútbol. No hace falta repetirlo más. Pero entre una plantilla formada a golpe de talonario y el romanticismo casi imposible de un equipo con ADN navarro hay un término medio que nunca debería abandonar Osasuna. Será muy difícil de repetir una alineación como aquella de la temporada 1976-77: Iparaguirre; Bayona, Esparza, Zabaleta, Mata, Gabari, Echeverría, Pascual, Ostívar, Zabalza y Lizoáin. La última vez que en la formación todos eran naturales de la Comunidad. Pero también sería deseable que no volviera a suceder lo ocurrido en el funesto curso de 2013-14, cuando, al menos en dos ocasiones, sobre el campo no había ningún navarro con la camiseta roja.