Ni pronto ni tarde: ahora. Este liderato eventual, de horas o de días, no es fruto de la casualidad y hay que tomarlo como viene: con mucha ilusión y con presión añadida para todos. Pero así son las cosas; cuatro victorias consecutivas y un fútbol ambicioso y mandón han aupado a Osasuna a lo más alto de la tabla. Y eso, pase lo que pase durante la jornada, tiene mucho de compromiso, de dar la cara y de no esconderse. Así que hablemos de ascenso sin poner paños fríos a esta ilusión que lleva meses creciendo en los partidos de El Sadar, de volver a Primera por la vía rápida, que es lo que augura este partido resuelto con la autoridad y la pegada que ayer exhibió el equipo de Arrasate. No estamos fantaseando; Osasuna ha ido creciendo con el paso de las semanas y es relevante el hecho de que el equipo no haya encajado un gol en los cuatro últimos compromisos, recomponiendo la línea que más quebraderos de cabeza causaba, cuestionado el portero (ahora en números de récord personal) y buscando con diferentes probaturas la mejor pareja de centrales (ese David García ya mejora al chico que despuntó el año del ascenso...). El entrenador ha conseguido el equilibrio perseguido, esa asignatura que hay que aprobar todas las temporadas para sacar nota: eficacia en ataque y consistencia en defensa. Todo ello acompañado de un buen trato de balón y de un despliegue físico arrollador. Y luego está el trabajo de puertas adentro, el de conseguir la implicación de toda la plantilla; Nacho Vidal, por ejemplo, ha ofrecido en los dos últimos encuentros una buena adaptación a la faceta defensiva de lateral, además de realizar esas apariciones en el área tan fulgurantes y por sorpresa que ni sus compañeros le ven a la hora de darle el balón para que termine la jugada con un chut a portería. Tampoco acusó los meses de ausencia Rober Ibáñez, que mejoró sus prestaciones y va a apretar a Barja por la titularidad. Tiene mérito el entrenador al mantener a todo el grupo tan enchufado, el que no haya suplentes sino titulares que juegan su partido al otro lado de la banda; que sale Brandon, sale Villar, Íñigo Pérez o Perea y la máquina funciona igual. Así que si hoy no hablamos de ascenso, ¿cuándo vamos a hacerlo?

33 años después.- Cuando Osasuna ganó por última vez en Gijón, Oier no había nacido. Lo hizo unos meses después. En aquel encuentro, formaron de inicio ocho canteranos; ayer, Arrasate utilizó a seis jugadores que han pasado por el Promesas. Es importante mantener las proporciones y la identidad, saber para quién juegas y lo que esperan de ti. Porque a la hora de la verdad, todos los goles son importantes, pero tampoco es casualidad que en el momento que el equipo da un salto cualitativo, aparezcan para dar el impulso los capitanes, Oier y Roberto Torres. En aquella tarde de febrero de 1986 sucedió algo parecido: marcaron Martín y Castañeda, con los años un navarro nacido en Madrid. Osasuna corría para escapar del descenso y lo acabó consiguiendo. Ayer metió la directa para recuperar su sitio en el fútbol. Si ha caído una mala racha de 33 años en un escenario que huele a Primera y ante un rival con solera, ¿qué nos impide soñar?