de los creadores de voy a subir el SMI a 850 euros -cuando en la actualidad es de 900- y un feto también suma para acceder a ayudas a la familia -y si no nace, ya veremos?- llega ahora no es la selección, es la legión -o donde pone fútbol lean reconquista-. Por ahí va la última ocurrencia de Pablo Casado y su equipo de campaña: “La selección jugará en Cataluña, País Vasco y Navarra”, anuncia desde la portada de Marca. Por decreto, sin contar con la preceptiva petición del club propietario del estadio y de la federación territorial. A toque de corneta. Utilizando el fútbol para fines políticos, señalando al equipo campeón del mundo en 2010 como bandera de la unidad del Estado y azote de separatistas.
En realidad, lo que persigue Casado ya lo puso en marcha el general Franco después de la guerra: utilizar el deporte, y en particular la popularidad del fútbol, para tratar de mejorar la imagen del régimen, usarlo como herramienta de adoctrinamiento nacionalista y, de paso, distraer la atención del pueblo de asuntos más candentes como la escasez de recursos y el aislamiento internacional (lo que en manos del PP hoy sería, la corrupción, la recentralización, los guiños a la extrema derecha?). Para dirigir y orientar la maniobra, el Caudillo eligió al general Moscardó, mito del franquismo por su episodio de resistencia en el Alcázar de Toledo y luego Delegado Nacional de Deportes. El militar puso en el eje de su acción al fútbol y a la selección; ya en plena contienda bélica, la España nacional había recompuesto su propio equipo representativo buscando un efecto propagandístico tanto en el interior como de cara al exterior, aunque solo pudo disputar dos partidos contra la Portugal de otro dictador, Salazar, encuentros en los que participaron los osasunistas Julián Vergara y Luis Aranaz. Esa selección contribuyó también a recaudar fondos a beneficio de los soldados que estaban en el frente, disputando numerosos partidos por diferentes puntos de la zona bajo control de las tropas franquista; unas veces eran los propios convocados los que se repartían en dos equipos, en otras tenían como rivales a combinados locales o provinciales. Moscardó firmó un decreto a finales de 1940 por el que se imponía en la equipación la camiseta de color azul desterrando el rojo original, aunque finalmente volvió a recuperarse a finales de los cuarenta.
Declaraciones como las de Casado, además de traer el eco de otros tiempos, enredan más que ayudan. A corto plazo, dos selecciones españolas del rango de la masculina de baloncesto (el 2 de agosto en el Arena) y la femenina de fútbol (posiblemente el viernes 24 de mayo en El Sadar) tienen programados partidos en Pamplona. ¿Lo sabía Casado o solo buscaba un titular? Si era lo último, a mí me recordó a Moscardó. ¿O es eso lo que persigue?