Aimar Oroz, presente. Aimar Oroz, que presenció el encuentro con sus amigos en la grada, subió por la misma a la cabina de los analistas, donde fue recogido por Juantxo Martín para bajarlo al homenaje.

Fiesta con champán. Los jugadores brindaron con champán en la vuelta de honor que dieron al estadio, al mismo tiempo que ofrecían la copa de campeones a la afición rojilla.

Pancarta de Graderío Sur. Una pancarta salió de Graderío Sur en la que se podía leer en euskera la palabra ‘Harrotasuna’ (Orgullo).

Cata y Braulio, en el césped. Tampoco se quisieron perder la ceremonia posterior al encuentro Braulio y Cata, que bajaron al césped, pero se quedaron en un segundo plano.

Accidente. Un joven aficionado resultó herido ayer al intentar saltar al terreno de juego y tuvo que ser trasladado al hospital por un golpe en la cadera o una rotura de fémur (no se supo valorar exactamente en el momento).

Pamplona - Lo anecdótico se convirtió hace tiempo en rutina y, una vez más, Osasuna contó como victoria un nuevo encuentro en El Sadar. Los 14.866 espectadores que reunió el feudo rojillo asistieron a 90 minutos de despedidas mientras el conjunto navarro sumaba su decimoséptima victoria seguida en su feudo, al que también dijo adiós ayer. Clerc, Olavide y Rubén García fueron los primeros en recibir los pertinentes homenajes del respetable, y la Segunda División se dejó atrás tras el pitido final, 7.560 minutos después repartidos en dos temporadas. El pasado es historia y el futuro, que lleva el nombre de Endika, el presente.

La fiesta, que comenzó en los prolegómenos al encuentro con un tifo de Graderío Sur en el que se podía leer El orgullo de Iruña, y que estuvo seguido del ya tradicional “Riau-Riau”, se trasladó una vez De la Fuente Ramos señaló el final de la contienda. Pasadas las 22.30 horas, cuando el colegiado del encuentro finiquitó el partido, comenzó la fiesta de Osasuna. Plantilla, cuerpo técnico y todos los miembros de la entidad disfrutaron como los primeros al unirse con la afición para dedicarles el tremendo éxito logrado.

Desde ese momento comenzaron los preparativos de la entrega, en los que participaron medio centenar de voluntarios. Los espectadores pudieron disfrutar mientras tanto con una selección de imágenes en los videomarcadores del estadio. Poco tardó el grito de “Campeones” en retumbar entre las cuatro paredes del templo rojillo antes de Oier Sanjurjo tomase la palabra para agradecer el apoyo de quienes ayer estuvieron en El Sadar y sufrieron la agónica salvación en Sabadell hace cuatro temporadas.

Eduardo Díaz, el speaker del club, saltó al césped y los fuegos artificiales iluminaron oscuro cielo de Pamplona, mientras se brindó una última ola al viejo Sadar. Luis Sabalza, Rafa del Amo y la Copa salieron al césped antes de que comenzasen los homenajes a la plantilla. El cuerpo técnico precedió a la plantilla, que uno a uno fueron saltando bajo aplausos entre dos filas de juegos de luces rojas.

El cariño de la parroquia rojilla hacia Rubén García quedó palpable al entonarle al de Xàtiva el “¡Rubén quédate!”, antes de que Oier, el último en enfilar la pasarela, recogiera por primera vez en la historia el ansiado trofeo, que levantó al cielo junto a sus compañeros, antes de dar la primera y última vuelta de honor a El Sadar.