Creo que en la decisión de prescindir de Mérida en los dos primeros partidos está el contenido grueso de los planes de Arrasate para el conseguir el mejor reingreso de Osasuna en Primera: el de obtener un corte más optimista en los resultados, más allá de los aplausos a un juego estilista. No son estos encuentros broncos, de parones continuos fruto de las faltas, de una lucha cuerpo a cuerpo para marcar el territorio, de reparto rápido de tarjetas, los más idóneos para el talento del centrocampista catalán. La alineación de Moncayola y Brasanac en el doble pivote, tipos de mucha brega y pocas exquisiteces, es un claro exponente. Es este inicio de temporada un examen de la capacidad competitiva de Osasuna en el que lo primero es ofrecer solidez como equipo, ideas claras en la ejecución, de poner la practicidad por encima de los efectos especiales con la pelota. Ese dato de mantener la portería imbatida en los primeros 180 minutos es bastante elocuente. La intensidad con la que el equipo disputa la pelota, aun a riesgo de cargarse de amonestaciones (tres en apenas media hora), avisa al contrincante de que no le espera un juego sencillo ni un adversario acomplejado por la diferencia de calidad.

No han sido estos dos primeros partidos un canto al fútbol de alta escuela; de momento, Osasuna no puede ir por ahí, aunque en la segunda parte hubo fragmentos de juego combinativo veloz que llegaron a propiciar la mejor ocasión de gol en las botas del guerrillero Chimy Ávila, pero su disparo con la zurda lo sacó a córner Dmitrovic. No creo que Arrasate haya hecho una renuncia expresa a buscar en el campo el cambio de estilo que genera la cercanía de futbolistas como Torres, Mérida y Rubén García; tengo para mí que es una cuestión de prioridades y un buen inicio de temporada como este aporta serenidad, aleja preocupaciones y facilita más el trabajo a largo plazo.

Además, el entrenador rojillo está encontrando la mejor respuesta a sus planes en el comportamiento de la línea defensiva. De ellos, resulta llamativo que Aridane ha pasado de provocar murmullos en la grada a erigirse como un baluarte en el juego por alto. Ayer, como en Leganés, lo despejó todo ante un rival que, como Osasuna, hace de colgar balones al área un recurso de emergencia. Este es también un dato que habla de la competitividad de esta plantilla: el club ha fichado a dos centrales con larga experiencia en Primera y, por ahora, juega quien no era ni titular en Segunda. Mejoró ayer Estupiñán y si algo se echa en falta -al hilo de la no elección de Mérida- es la contención con la que juega Nacho Vidal, con contadas apariciones en ataque y eso que cuando asoma cerca del área rival tiene un efecto muy desequilibrante.

El propio Arrasate reconoció ante los periodistas que Osasuna no jugó todo lo bien que él persigue (supongo que ateniéndose a los cánones actuales) pero que estaba muy satisfecho con el carácter competitivo del equipo. Y eso parece lo más importante en estas primeras semanas; es también lo que Osasuna sabe hacer mejor y la aportación y los gestos de un jugador como Chimy Ávila refuerzan ese estilo. La pregunta es ¿con este juego da para conseguir la permanencia? No lo sé, pero de momento ha aportado ya 4 puntos.