el planazo es el siguiente: viajas con el equipo a jugar a domicilio en un campo en condiciones reguleras -o directamente de hierba artificial-, obligado a alinear a todos los reservas (incluidos los que salen de largas lesiones), que no han jugado juntos en su vida, frente a un anfitrión que va con sus titulares y juega de memoria. Y mientras para tus jugadores y para ti es el partido marronazo del año, para tus rivales y para la afición local es el encuentro de la temporada o incluso de sus vidas. Y, por supuesto, tienes que ganar, a ser posible por goleada, porque si pierdes -y, sobre todo, si es ante un Segunda B o un Tercera- te va a caer la del pulpo, porque fíjate qué vergüenza con la diferencia de presupuestos y tal y cual. Es la magia de la Copa de fútbol a partido único, la trampa para elefantes en la que han ido cayendo Alavés, Getafe, Atlético, Eibar, Betis, Celta, Valladolid, Mallorca... Pocos nos parecen.