Un profesional de la contabilidad de elevado alcance como Adolfo Suárez respondió ayer con ciertas evasivas y argumentario de suflé a los motivos por los que ante el mismo problema que se cernía sobre las cuentas de Osasuna en la temporada 2012-13 y en la 2013-14 respondió sin embargo con un comportamiento diametralmente opuesto. Una vara de medir flexible que, como dijo uno de sus antiguos empleados y que efectuaba el trabajo de campo en Osasuna, el propio Suárez decidía si la información que le ofrecían era suficiente o no.

Así, los documentos aportados desde el club para justificar 900.000 euros por inversiones inmobiliarias efectuadas con Albert Nolla y Cristina Valencia (ahora investigados por recibir 30.000 euros para firmar y dar apariencia real a esa salida de dinero) fue simplemente un recibí, con fechas, partes implicadas y rúbricas, que “podría ser un contrato”.

A ello hay que añadir que los empleados de Suárez efectuaron comprobaciones a través de bases de datos digitales de si Nolla y Valencia se dedicaban a la actividad inmobiliaria, como así confirmaron, además de constatar que tenían una facturación de 2 millones de euros. Esa información obtenida a través de Internet, y una supuesta reunión del exauditor Suárez con Archanco (el expresidente niega que existiera esta cita y de hecho el auditor lo alegó por vez primera cuando estaba siendo investigado), en la que “se me informó de que se estaban haciendo gestiones para vender unos terrenos de Tajonar y El Sadar por 20-30 millones de euros, unido a unas informaciones de prensa de que Osasuna quería enajenar bienes, fueron suficientes” para que no pidiera más información de dicha salida de caja”.

Sin embargo, con los 1,4 millones con destino a la sociedad Flefield, el auditor hizo remangarse a toda la gestora para que firmaran todo lo habido y por haber. Así, primero, tras reunirse con ellos y que Zabaleta llevara la voz cantante, hacerles salir para hablar de dicho importe (uno de sus empleados dijo que el auditor advirtió que en el caso de que tuvieran que hablar de algo que supusiera una ilegalidad o irregularidad él lo haría constar en su informe y que, por tanto, era mejor que abandonara la reunión), recibió tres facturas en concepto de scouting para Flefield. Luego, exigió un contrato, que se lo mandó Vizcay. A continuación, hizo a toda la gestora firmar una carta de manifestaciones de que aquellos justificantes eran ciertos. Y por último, incluso enviaron un fax a Flefield, que no obtuvo respuesta.