Después de casi cien días sin competir, con una pretemporada en la postemporada, entrenando sin poder ejecutar sistemas con equipos completos, imaginando rivales en un campo que encontrarán vació de gentes y de sonidos, después de este interminable confinamiento futbolístico había expectación por ver como volvía Osasuna del parón. Y tras este primer partido en Anoeta hay que convenir que el test ha dado positivo. En números sería +1 ayer, que llevado a la extrapolación que nos interesa son +10 sobre el descenso. Pero desmenucemos lo que dice el análisis. - Posicionamiento y entrada en el partido: Osasuna salió a jugar con la lección aprendida y la estrategia memorizada. Por minutos de la primera parte parecía que Arrasate hubiera dedicado gran parte del tiempo de la cuarenta a desmenuzar este partido y transmitírselo a sus jugadores. El movimiento de piezas era acompasado.

En los cinco primeros minutos Osasuna ya había puesto dos balones en el área pero no apareció rematador. La puesta en escena solo podía presagiar lo que luego pasó. - Concentración y compenetración: En esta primera jornada los fallos por falta de concentración y compenetración han sido un lugar común. No ocurrió así con los rojillos, que hicieron circular el balón de un lado al otro, encontrando siempre a un Estupiñán pletórico y a un Nacho Vidal que antes del descanso mantuvo a Monreal en vilo. Además, las ayudas en las marcas y la vigilancia a Merino, Odegaard y Oyarzábal rozó la perfección en la primera mitad. - La intensidad: Puso Osasuna en el partido más inteligencia que músculo. No fue un partido de roces y fricciones; el equipo de Arrasate marcó su territorio con el movimiento coordinado de líneas y el buen trabajo de apoyo de Cardona y Adrián.

Además, cuando Osasuna metió el pie en la disputa el árbitro jugó a favor de casa y cargó a Oier con una tarjeta en el minuto 24 de forma tan exagerada como coercitiva para el capitán rojillo. - El físico: Lo pasó mal Osasuna en los primeros veinte minutos de la segunda parte. El excesivo repliegue, el dar mucho campo a la Real, quizá era consecuencia del notable esfuerzo realizado en la primera entrega. Por momentos, los rojillos parecían perder gas. Sin embargo, el explosivo final del partido nos presenta a un equipo fuerte y resistente, con gente como Íñigo Pérez que emergió en esa situación, acompañado de Brasanac y su motor diesel. - Los cambios: Arrasate solo hizo tres cambios, por cinco la Real.

A toro pasado puede decirse que los dos primeros (Gallego y Arnaiz por Adrián y Cardona) llegaron un poco tarde porque la presión de los puntas ya flaqueaba, aunque quizá lo que llegó pronto fue el gol del empate, por cierto, tras una pérdida de balón de Oier que es repetida esta temporada. Renunció el entrenador rojillo a los otros dos cambios, no se sabe si por no alterar el equipo cuando ya tenía controlada la situación, o por preservar jugadores de refresco para el miércoles. - El resultado: El empate habla del buen estado de Osasuna, al sumar a domicilio ante uno de los mejores equipos de la Liga. Y se rozó la victoria en tres ocasiones de gol en los siete últimos minutos, sobre todo una de Brasanac. Conclusión: los valores registrados tras el confinamiento dan positivo. Osasuna está más cerca de alcanzar las inmunidad como equipo de Primera.