El primer partido de la segunda Liga con la pandemia de por medio le supuso a Osasuna un grato retorno a la competición. El Osasuna reconocible hizo acto de presencia en el estadio del Cádiz y su puesta en escena en el nuevo campeonato resultó excelente, con el mejor marcador.

Este equipo es obra del entrenador, Jagoba Arrasate, y la mano del técnico en su tercera campaña al frente del equipo permite hablar de un patente consolidación de conceptos, maneras en el campo y de plasmación del juego con pautas claras. Tras la esperanzada e ilusionante comparecencia de ayer, se antoja que la Liga pasada no se va a quedar en una suma de bonitos recuerdos, que hay leña y fuego para que este equipo continúe en combustión y que en este torneo prosiga la historia trepidante iniciada hace un tiempo.

El retorno de Osasuna a la competición fue el regreso del particular Osasuna de Arrasate y no hay mejor noticia porque hubo botín en forma de victoria fuera de casa y buenas sensaciones generales y en particular de algunos futbolistas -el mando de Oier, la solidez de David García y Aridane, la picardía de Adrián y Rubén García-. Equipo compacto e intenso, claro en la interpretación del partido -mejor cuando lo llevó a cabo y jugó en el terreno del rival-, con presión en el campo contrario y calidad y claridad para la toma de decisiones, entre los rojillos y el Cádiz hubo una distancia futbolística clara que le permitió ganar los puntos con suficiencia en el marcador.

Hubo amplitud en los guarismos finales en forma de dos goles, que no en los apuros que se vivieron durante bastante minutos en el segundo tiempo. Un Cádiz que deberá armarse mucho más y ser menos previsible para sumar puntos, se arrimó el partido a su parcela, desordenó a Osasuna e hizo pupa en acciones a balón parado y algunas correrías por la banda. Mantener el tipo en este trance menos claro, pese a ser ante un recién ascendido, también forma parte de la imagen reconfortante del equipo en la primera cita del campeonato, todavía con tanto por pulir.

Este sábado, además, si se trataba de superar algún tipo shock emocional por las lesiones consecutivas y traumáticas de Darko Brasanac y Chimy Ávila, especialmente, el equipo también salió restaurado o reconfortado. Con puntos en el casillero todo se ve de otro modo y en el Carranza los rojillos iniciaron su carrera decidida hacia la salvación.

Había que demostrar temple e ideas claras para ponerse en acción frente al campeón de Segunda, en consecuencia un conjunto construido y con poso, que no ha subido con el gancho o de rebote, sino que ha sabido escribir su historia con aplomo y tiempo. Había que ver hasta dónde quería ser protagonista o dejar hacer a los rojillos.

Así las cosas, en el minuto 10 hubo una lección, la que los centrocampistas con temple y mala idea suelen ofrecer ante rivales despistados. Oier, que no sabe jugar el freno de mano echado, se abalanzó sobre un rival parsimonioso y tras birlarle la cartera, soltó una puñalada entre los defensas que reconvirtió Adrián. El delantero solo necesitó un control orientado para abrir el cerrojo de la portería con un toque sutil. El atacante asturiano terminó la Liga pasada en un gran estado de forma y ayer, referente a su estilo en el juego ofensivo, enseñó el colmillo que pide Arrasate.

Y así, con una jugada en la que determinación y habilidad se mezclaron a la perfección, Osasuna se permitió le lujo de vivir un primer tiempo tranquilo. El Cádiz, entusiasta en sus maneras y obstinado en la búsqueda única de Álvaro Negredo, no ofreció un repertorio distinto. Solo las escaramuzas de Pombo animaron a los locales, que no acertaron a rematar entre los tres palos pese a haberse tejido varias acciones para ello.

Los rojillos, que no bajaron un ápice su intensidad, también desplegaron calidad en acciones llevadas con tino por Adrián, Roberto Torres y Rubén García. En una de esas, incluso Nacho Vidal probó el remate a puerta. La sensación general era que el equipo de Arrasate se mostraba como un contendiente superior y que solo hacía falta poner la guinda, que si no llegan los disgustos casi siempre.

Con un cambio en el guión, variando su juego tan previsible de balonazos sobre el veterano Álvaro Negredo -engullido siempre por el buen hacer de Aridane y David García-, el Cádiz le creó problemas a Osasuna. Malbasic, el relevo del equipo local, entró para jugar a su aire, entre líneas y con libertad, y ello desordenó al conjunto navarro.

El equipo andaluz empezó a merodear con más insistencia por las inmediaciones del área de Osasuna, aunque el ímpetu local no se plasmó en un lanzamiento entre los tres palos hasta casi mediado el segundo tiempo, con una intentona en una falta de Iza a la que respondió sin problemas Sergio Herrera. Insistió el Cádiz por mediación de Salvi y Pombo y el meta rojillo se mantuvo impertérrito ante las malas intenciones de sus rivales.

Osasuna había perdido el mando del partido, sobre todo en lo que se refiera a la presencia en el campo rival, donde se había desempeñado con más determinación y siguiendo un plan, y se limitaba a picotear de forma circunstancial a su rival. También había bajado la presencia ofensiva porque Adrián, el principal hacedor del ataque, llevaba una considerable paliza encima y no había tanta lucidez para seguir buscando las cosquillas a sus rivales.

Consolidado el centro del campo con músculo y centímetros con la entrada de Lucas Torró por Íñigo Pérez y oxigenado el ataque por el relevo de Adrián por Marc Cardona, también cuando el Cádiz creía que algo tenía que decir en el partido, llegó el mazazo de Osasuna. Un saque de banda largo, una jugada odiosa cuando tiene mal final, fue tocado de cabeza por Lucas Torró y Rubén García supo bailarle a su marcador, el último defensa de la fila de una zaga pésimamente colocada, se hizo un hueco con el culo y a la media vuelta marcó de un disparo difícil de ejecutar. Con el balón a media altura y bajando, encajar mal el pie supone mandarlo a la segunda grada alta.

Osasuna terminó ahí la faena y hundió al Cádiz, de donde se llevó los puntos enseñando la misma convicción y juego que abundan desde que llegó el entrenador. Iniciando la Liga con buen pie. Leña para el fuego.

FICHA TÉCNICA

Cádiz 0: Gil; Carcelén, Cala, Marcos Mauro (Jonsson, m.63), Espino; José Mari (Álex Fernández, m.63), Sergio, Bodiger (Malbasic, m.46), Salvi (Alejo, m.77), Pombo; y Negredo (Lozano, m.77).

Osasuna 2: Herrera; Vidal, David García, Aridane, Cruz; Oier, Íñigo Pérez (Torró, m.70), Roberto Torres, Moncayola, Rubén García (Barja, m.84); y Adrián (Cardona, m.75).

Goles: 0-1, M.9: Adrián. 0-2, M.80: Rubén García.

Árbitro: Díaz de Mera (comité castellano-manchego). Amonestó a los locales Malbasic y Alejo y a los visitantes David García y Cruz.

Incidencias: partido de la primera jornada de Liga de la temporada 2020-21 en Primera División disputado en el estadio Ramón de Carranza. En los prolegómenos del encuentro se homenajeó al exfutbolista del Osasuna Michael Robinson, que también fue consejero del Cádiz CF, SAD. Se guardó un minuto de silencio por los abonados del Cádiz fallecidos en el último año. Debutó en Primera División el árbitro del encuentro, Isidro Díaz de Mera Escuderos.