Osasuna, que supo competir durante muchos minutos y dificultar las maniobras del Atlético de Madrid, acabó siendo liquidado por un rival superior, uno de esos equipos que juega en otra Liga y que suelen marcar las distancias con el resto a base de calidad y acierto. El conjunto madrileño tiene unas estadísticas envidiables en el campeonato, no conoce la derrota, no encaja goles con facilidad y posee un considerable caudal ofensivo que se lo reparten sin galones entre varios jugadores. Todas esas virtudes se expusieron en El Sadar, aunque le costó su tiempo hacerlo.

A Osasuna, que solo se vio arrinconado en los minutos de vendaval del Atlético, tras volver del descanso, se le fue el partido en el primer tiempo, cuando se tejieron un par de jugadas como para ponerse por delante en el marcador. Los remates de Enric Gallego y Rubén García llegaron tras acciones con la suficiente entidad como para haber empezado a escribir una historia distinta en el encuentro. El borrón de un penalti al filo del descanso -cometido por Roncaglia y marcado por Joao Félix- empujó los acontecimientos hacia otro lado y sacó a relucir la puntilla del Atlético, a la postre, justo vencedor. En un encuentro en el que la diferencia de calidad y el poder de resolución fue fatal, Osasuna supo sostenerse por los cambios que animaron al grupo, mediado el segundo tiempo, e incluso sintió engancharse en el partido gracias al gol del debutante, Budimir, en la recta final. Como el Atlético de Simeone no tiembla, y en El Sadar parece estar tocado por una varita mágica que le hace brillar sin fin, tuvo carácter y fortuna para que no peligrara su triunfo. La Liga que juegan los grades es así. No tienen consideración.

En el filo de la navaja, como marcan estas citas, dos errores narraron la historia del partido en el primer tiempo. Uno en cada área para elevar al marcador el desequilibrio en el choque. Roncaglia, cuando la primera mitad languidecía, atropelló como un tren a Vitolo, que se había metido por la puerta de atrás en el área y se había lanzado por ese carril. El penalti indiscutido permitió al Atlético de Madrid por fin tragar saliva. El atasco que le había montado Osasuna había minimizado sus oportunidades y limitado las apariciones de sus futbolistas más destacados. El equipo de Arrasate se había mostrado como es: ambicioso, combativo, dispuesto a ser protagonista. Y, esgrimiendo su catecismo, se había rebelado ante las diferencias. Un gran trabajo al que le faltó la recompensa del gol.

El otro fallo que le pesó a Osasuna fue nada más iniciarse el encuentro y se hizo bolo conforme el partido avanzaba y se enredaba. A los dos minutos, Enric Gallego se encontró con un regalo en forma de pase de Jony y el delantero cabeceó a la grada, quizás descompuesto en la acción por la comodidad que le brindaba su altura y el poderío con el que había llegado hasta la antesala del gol. Una oportunidad clarísima fallada que, como dice la sabiduría del fútbol, se estaba pagando en el marcador en el descanso.

Entre las dos acciones decisivas del primer acto, hubo una presión asfixiante de Osasuna que minimizó al Atlético, que vio cómo le arrebataban el balón en las cercanías de su área y cómo sufría por el suministro de balones desde la banda izquiera del ataque rojillo. Si Jony le había puesto un balón en la cabeza a Enric Gallego para marcar, otra oportunidad con la testa de Rubén García, que también se marchó fuera, también llevó su membrete.

El retorno del segundo tiempo fue un duro choque con la realidad para Osasuna, que se vio zarandeado por el Atlético. El equipo de Simeone falló un penalti a los dos minutos, tras manos de Oier. Joao Félix no acertó desde los once metros, pero tampoco el remate siguiente a puerta vacía de Correa tuvo premio. El huracán quedaba inaugurado porque Correa estrelló un balón en el poste, obligó después a un paradón a Sergio Herrera y antes de los quince minutos Vitolo ya había tenido la suya, pero su disparo se marchó desviado.

Osasuna mejoró con el triple cambio, con la inclusión de Barja, Torres y Budimir -antes ya se había ido Oier- mediado el segundo tiempo, pero si hubo jarro de agua fría con el gol de penalti al filo del descanso, también hubo otro con el segundo gol del niño luso cuando los rojillos parecían que apostaban por la reactivación. Osasuna, ejemplo de ausencia de desmayo, siguió a lo suyo. Torres le obligó a hacer una parada espléndida a Oblak y Budimir, en una pelea de pivots con Savic, le ganó la partida al central para anotar su primer gol como rojillo tras llevar una decena de minutos en el campo y haber completado solo un entrenamiento previo con los suyos. El Atlético no permitió que Osasuna sostuviera mucho tiempo su fe porque Torreira anotó en el minuto 90. En las áreas se suele marcar las diferencias y los rojillos necesitan más productividad en esa zona. Es ley.

FICHA TÉCNICA

Osasuna 1: Sergio Herrera; Roncaglia (Nacho Vidal, m.84), Unai García, David García, Íñigo Pérez; Rubén García, Oier (Torró, m.59), Moncayola, Jony (Roberto Torres, m.68); Adrián (Budimir, m.68), Gallego (Kike Barja, m.68).

Atlético 3: Oblak; Trippier, Savic, Giménez, Hermoso; Correa (Lemas, m.86), Koke, Herrera, Vitolo (Felipe, m.91); Joao Félix (Torreira, m.85), Llorente.

Goles: 0-1, m.43: Joao Félix, de penalti. 0-2, m.70: Joao Félix. 1-2, m.85: Budimir. 1-3, m.88: Lucas Torreira.

Árbitro: Xavier Estrada (Comité catalán). Mostró amarilla a Sergio Herrera, de Osasuna, y a Koke y Llorente.

Incidencias: Partido correspondiente a la octava jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio El Sadar a puerta cerrada.