La junta directiva de Luis Sabalza ha dado todos los pasos para que la asamblea de socios compromisarios sea de su sector de fieles, con lo que se asegura para los próximos cuatro años paz y calma chicha en la toma de decisiones. La táctica de la directiva para recabar apoyos no ha ofrecido dudas, como tampoco unos resultados que no se pueden maquillar hacia ninguna dirección. El abismal escalón de votos recibidos entre los 33 elegidos por millar y los que siguen en el listado de socios con respaldos (por ejemplo, la diferencia en el 12º y último fue de 85) no dejan lugar a dudas acerca de la movilización acertada para sus intereses y el manejo de unos grupos de elegibles en los que no ha habido casi sorpresas ni espacio para los miembros más beligerantes de la asamblea durante los últimos cuatro años.

Quizás Sabalza y los suyos se han pasado de frenada y la conclusión de los resultados para algunas voces críticas se antoja bochornosa. La pintoresca presencia del director general del club y de otros empleados destacados en las listas de candidatos (a la postre electos), así como la de todos los miembros de la actual directiva (a excepción del presidente, el único que no ha sido elegido por no haber comparecido en los comicios), le ha dado un punto de chirigota a este proceso, interesante solo para unos pocos, pese a la trascendencia de unas elecciones en las que una masa monolítica no suele ser lo mejor para el debate, la crítica y la aparición de ideas nuevas.

Sabalza ya ha anunciado que se encuentra con fuerzas para continuar y que sólo estará facultado para ello si hay un cambio en los estatutos que permita esta opción (el reglamento social del club solo permite dos mandatos consecutivos y su segundo, ambos sin pasar por las urnas, expira en noviembre de 2021). A la espera de la toma de decisiones en este asunto (necesitaría el apoyo de dos tercios de la asamblea para cambiar la norma), lo que probablemente necesitan los estatutos es una revisión de los requisitos para ser candidato, porque ahí se ha montado un parapeto en forma de inasumible preaval que muda al club en una sociedad anónima deportiva encubierta. Que Osasuna es de los socios ya pasó a la historia y más desde hace un tiempo a esta parte.

Nadie le podrá quitar a la directiva de Sabalza el mérito de la organización, aunque sea para que nadie pueda rechistar. Pero también va a resultar interesante ver hacia dónde va todo este montaje para el poder absoluto. Algunos sueldos quizás tienen un buen motivo para pelearse esta continuidad.

A los socios, a los que siguen creyendo que Osasuna es de los socios, este coro sin apenas voces discordantes, con muchos empleados del club que están pensando quizás en la estabilidad de su puesto de trabajo -también han tenido que tragar con órdenes de la superioridad poniéndose en primera fila del disparadero-, personas vinculadas por diversos motivos a la entidad y otros por supuesto también fans acérrimos de Sabalza, quizás esta estructura para la perpetuación no les resulte lo mejor. De todos modos, la ínfima participación deja las estrategias en su sitio: están los que están porque se han organizado y han encontrado ayuda en la parálisis del osasunismo. Más malo que bueno, pero un hecho incuestionable.

El repaso a la lista de elegidos para ocupar las 396 plazas de la asamblea, que se repartieron entre 947 aspirantes tras un proceso electoral que contó con la participación del 20% de los 11.815 socios con derecho a voto, deja a la vista la presencia en la nueva asamblea de al menos medio centenar de personas físicas y jurídicas con una relación directa (laboral, comercial, de colaboración o patrocinio) con el club y, por ende, con sus actuales rectores. En cambio, las voces más críticas de los que fueron compromisarios durante los últimos cuatro años se han quedado mudas para este cuatrienio. Sin ir más lejos, al menos cinco de los que participaron activamente en la última asamblea del club y se mostraron de alguna u otra forma contrarios al proceder de la junta en determinados asuntos no han podido renovar su condición de compromisarios.

En definitiva, que la directiva se ha movido -algunos socios lo hicieron público y el propio Sabalza lo admitió- y a priori va a tener un control absoluto de la asamblea. Una de las preguntas que queda en el aire es si un club como Osasuna necesita esto y, si no, quién lo necesita.