onfieso que he dedicado tiempo antes del partido a rastrear los antecedentes de Pizarro Gómez y Cordero Vega. Hay que estar preparado para lo que pueda suceder. Sobre todo porque a Osasuna le están ocurriendo muchas cosas raras, por decirlo de forma benévola y no especular con presuntos ensañamientos y persecuciones que de tanto comentar acaban generan paranoias en la afición. El árbitro principal arroja más datos positivos que negativos en sus intervenciones con Osasuna tanto en Primera como en Segunda división. Podemos decir que en ese aspecto su hoja de servicios está inmaculada. Lo mismo sucede con quien ayer estaba al frente del VAR, libre de cualquier tropelía por la que se pueda clamar una reparación. Diría más; creo que ante las protestas que han generado los últimos errores sufridos por los rojillos, el encargado de las designaciones trató de hilar de fino. Y observado lo acontecido en Anoeta, Pizarro ejerció su labor con esa autoridad que no se ve en gestos pero que se percibe dentro y fuera del campo. No hizo de las tarjetas su coraza para infundir respeto y apenas llamó la atención. Aunque debió amonestar a Zubeldia por un agarrón a Rubén García en el minuto 50, cuando el atacante corría en pos de un contragolpe prometedor. Hasta ahí, el único reproche. Sin embargo, este encuentro sin apenas complicaciones dejó otro momento para engordar el informe de las quejas presentadas por Sabalza. Me refiero al intento de remate de David García en el minuto 83 frustrado por la intervención de Zubeldia, que le desequilibra con el movimiento de su mano derecha sobre el hombro. La acción no mereció para el responsable del VAR ni detener unos segundos el partido para su revisión. Sobra decir que en diecisiete jornadas de Campeonato se han señalado penaltis con menos prueba de cargo. De nuevo, quienes revisan las jugadas lo vieron más claro que los siempre suspicaces osasunistas. Los lamentos, en fin, no conducen a nada, aunque exponen un estado de opinión fundado en pruebas.

Lo malo de escribir del VAR no es solo la constatación de su incidencia (para mal) en el resultado, lo injusto es que deja en un segundo plano el buen ejercicio defensivo de un Osasuna que trata de enmendar su pésima racha a base de flacos empates. También pone un velo sobre la determinación de Arrasate (quizá obligado por las bajas) de dar visibilidad y espacios de ilusión a los chicos de la cantera. El entrenador estuvo cuestionado en verano por el tapón que sus decisiones provocaban en el crecimiento de canteranos como Javi Martínez y Aimar Oroz. Al primero le ha dado minutos en las últimas jornadas y ayer le elevó a la titularidad. Y lo hizo en un momento delicado, que es cuando hay que demostrar si vales para ser futbolista profesional, sin pararse a pensar ni en la madurez ni en posibles perjuicios. Y Javi Martínez respondió bien, aunque las exigencias del duelo no permitieron ver su interpretación del fútbol, más pegada al balón que al patadón defensivo. Pero ayer era lo que tocaba.

Osasuna sumó un punto reparador en este tránsito hacía una victoria que le permita quitarse lastre emocional. Comprobado cómo trabaja el equipo, llegará más pronto que tarde. A lo del VAR sí que no me atrevo a ponerle fecha.

El Levante especula con Chimy Ávila. Aunque en periodo de recuperación, Chimy sigue siendo objeto de deseo para muchos clubes. Lo más reciente es que el Levante especula con incorporarlo a su plantilla, aprovechando la larga inactividad para hacer una oferta a la baja. Según Transfermarket, su cotización en la actualidad sería de 10 millones de euros.