sasuna se va de la Copa sin recibir un gol en contra. Parece paradójico, pero un equipo que supo guardar su portería durante cuatro partidos y una prórroga sucumbió cuando el desenlace no dependía de una jugada en movimiento sino del turno de ejecución sin más testigos que el pateador y el portero. En ese momento de recogimiento y soledad, el Almería se mostró más diestro que los rojillos: Juan Pérez ni detuvo ni rozó ningún disparo desde los once metros y Manu Sánchez y David García no acertaron a engañar al guardameta Fernando, protagonista de esa rueda de disparos a cara o cruz. El partido nunca debió llegar a ese desenlace. No solo porque Osasuna remató con más tozudez, sino porque ni el árbitro ni el VAR sancionaron el claro agarrón en la camiseta que sufrió Calleri cuando corría el minuto 117 y se perfilaba para ejecutar una chilena. Un error más: ¿cuántos hay que encadenar para considerarlo una persecución o una tropelía? A ver qué explicación da a esta jugada Velasco Carballo.

Osasuna, sin necesidad de llegar a los lamentos, disfrutó de las ocasiones más notables para marcar, tanto en el tiempo reglamentado como en la prórroga, pero desperdició una tras otra. Fue una larga secuencia de cabezazos en las que unas veces el cancerbero local, otras un jugador bien ubicado bajo el larguero o, en fin, la falta de puntería, obligaron a los rojillos a llegar hasta el desenlace final en el que solo puntúa la habilidad individual, el temple y también la técnica. Del equipo de Arrasate fueron las opciones más ventajosas para romper el 0-0, porque el Almería intentó siempre adormecer el juego, darle poca velocidad a la pelota y poner un ojo aquí y otro en el encuentro de Liga que le espera el sábado y en el que se juega los cuartos (los de verdad, los que dan puntos para subir a Primera). Esa puesta en escena permitió a Osasuna defenderse con mucho orden en las líneas y no conceder apenas remates desde dentro del área, excepto uno de Villalba en el minuto 87 en el que el rojiblanco no acertó a darle dirección al balón. Eso y una salida de Juan Pérez ante Sadiq, ya en la prórroga, fue todo.

Osasuna, como anunció su entrenador, se tomó tan en serio la eliminatoria que terminó por dejarse jirones de piel en forma de lesiones. El esfuerzo durante los 120 minutos fue importante, aunque le faltó una pizca de intensidad y de acierto para marcar, ese problema endémico que Gallego tampoco acierta a resolver. El abandono prematuro del partido por parte de Roncaglia y de Torró es un precio muy caro. A Arrasate le crecen los problemas porque comienza a estar muy justo de especialistas en algunas demarcaciones sensibles como la posición de defensa central o en el lateral derecho. Toda apuesta conlleva un riesgo y esta de ir pasando pantallas en la Copa no debe considerarse como una mala decisión. Han tenido minutos para jugar y hacer méritos futbolistas con poca presencia en la Liga, ha resultado un estímulo en los momentos en los que el equipo necesitaba celebrar aunque fuera la victoria contra un rival de regional y romper una dinámica fatalista y derrotista. Es cierto que alcanzada esa altura de la competición había fundadas esperanzas de seguir adelante, pero no pudo ser.

Le toca lidiar ahora al entrenador con una plantilla mermada físicamente, aunque hay días por delante para recuperar fuerzas y quizá algún efectivo. Un año más, la Copa aporta poco, como mucho recuerdos cada vez más alejados en el tiempo.