Osasuna ha aprovechado la reforma del estadio para cambiar el drenaje, el césped y el sistema de riego de El Sadar. Una modificación necesaria, puesto que el sistema de drenaje era el original desde la construcción del estadio en 1967 y, en algunas ocasiones, el tapete sufría ante las habituales precipitaciones en Pamplona. Así, se ha aprovechado la reforma integral del estadio para modificar el propio terreno de juego, buscando una superficie acorde a un club centenario y que quiere asentarse en Primera División.

54 años después de la construcción de El Sadar, el estadio vive su cambio más profundo. Se está cabando hasta medio metro para colocar las diferentes capas y tuberías que permitirán un mejor cuidado del césped en una reforma sin precedentes. A partir de la próxima temporada, el terreno de juego aguantará mejor la lluvia caída, reduciendo los habituales resbalones de los jugadores motivados por una superficie excesivamente blanda.

Las obras en el césped comenzaron hace unos días y se espera que estén terminadas en menos de un mes, por lo que no habría ningún problema de cara a la próxima temporada. La reforma del drenaje ya se había planificado para el año pasado, pero la estrechez del calendario -con el final de temporada en pleno verano a causa de la pandemia- impidió que se pudiera llevar a cabo.

Lo que sí se hizo en verano de 2020 fue cambiar el césped, notablemente dañado a causa de la maquinaria empleada en la obra de ampliación de las gradas. Así, este césped tan solo ha durado una temporada.

Otra de las cuestiones que se plantearon fue la posibilidad de modificar la hierba natural por un césped híbrido, una mezcla de césped natural con sintético y que ya utilizan en el Camp Nou, el Bernabeu y la mayoría de estadios de la Premier. Sin embargo, al final se mantendrá la hierba natural en El Sadar.