- La afición de Osasuna regresó ayer a la grada de El Sadar 524 días después de la última vez. Lo hizo con nocturnidad, porque la Liga de Fútbol Profesional retrasó esta semana el inicio del partido de las 17.00 a las 22.00 horas para evitar el sofocante calor que achicharró Pamplona durante la tarde de ayer, pero sin alevosía. Fueron aproximadamente unos 8.000 los afortunados que pudieron regresar al remozado estadio, otra vez contra el Espanyol, aunque esta vez sin una victoria que sí logró aquel 8 de marzo de 2020, la última vez hasta ayer que los rojillos jugaron con público en su estadio.

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Con limitación de aforo, pero sin restricción en la felicidad. Así regresó parte de la hinchada de Osasuna a El Sadar. Con orden y respetando las medidas anticovid, los aficionados de Osasuna aprovecharon cualquier momento para hacer lo que se hace en los estadios: animar, aplaudir y cantar. La primera ovación llegó cuando Sergio Herrera saltó al césped para calentar y se multiplicó cuando unos minutos después salieron el resto de sus compañeros.

También hubo pitos. Para el Espanyol, por eso de ser el adversario pese a contar en sus filas con el exrojillo Fran Mérida, y también para el árbitro y para la directiva, que conoció de primera mano que hay un amplio sector de su masa social al que no le gusta ni un pelo que hayan apoyado el acuerdo entre la Liga y el fondo de inversión CVC.

Pero lo dicho, que la gente tenía mono de fútbol, de Sadar y de Osasuna. También del Chimy, al que no veía en El Sadar desde su primera lesión, ante el Levante, en enero de 2020. El argentino se llevó una calurosa ovación a su entrada en el terreno de juego por parte de una afición que terminó muy enfadada con el colegiado, descontenta con su cambiable criterio a la hora de señalar faltas. También terminó contenta con el trabajo del equipo, que se llevó una gran ovación al término del choque.