Tenía 75 años y cerca de seiscientos partidos como profesional en sus piernas y en su cabeza. Porque Clemente Iriarte, fallecido este miércoles en Pamplona víctima de una enfermedad, era un futbolista cerebral. Unos le llamaban el Maestro porque destilaba sabiduría en el campo; otros el Arquitecto, porque veía los espacios como nadie para construir las jugadas. Durante unos años fue el Deseado, porque la directiva presidida por Fermín Ezcurra persiguió su fichaje un verano sí y otro también hasta conseguir cerrar la operación. Para todos los que saborearon el aroma de su fútbol era Don Clemente Iriarte.

El osasunismo reaccionó ayer a su muerte con muestras de pesar y mensajes de admiración. Aunque el centrocampista se fue alejando con el paso de los años del entorno del club y excompañeros, su huella permanecía indeleble entre quienes compartieron con él vestuario y en la memoria de la afición. Iriarte, cuentan, vivía el fútbol con intensidad cuando se calzaba las botas, pero tomaba distancia cuando se ataba los zapatos. Entonces, encontraba más placer en la pesca. De hecho, tras su retirada (1983) formó parte de la Comisión Técnica del club (por expreso deseo de Fermín Ezcurra, que quería que transmitiera sus conocimientos a los más jóvenes que entonces comenzaban a formarse en Tajonar), pero lo acabó dejando.

Dicen quienes le trataron durante los cinco años que vistió la camiseta roja que su figura era la de un líder discreto. “Nunca hacía aspavientos en el campo: mandaba con su juego”, aporta el extremo Martín Monreal. “Hablaba poco y cuando lo hacía era para recordarme la importancia de no perder nunca el sitio”, recuerda el volante derecho Javier Bayona, uno de sus dos escuderos junto a José Mari Lumbreras.

Al margen de su contrastada calidad individual y de la admiración que levantaba entre sus compañeros más jóvenes (había diez años de diferencia entre uno y los otros cuando llegó a Pamplona con 32), Clemente Iriarte fue la piedra angular del equipo dirigido por Pepe Alzate, uno de los mejores en la historia del club y que consiguió el retorno a Primera División tras 17 años deambulando entre Segunda y Tercera División. Pero sobre esto volveremos más adelante.

FORMACIÓN EN CHILE

La influencia de Honorino Landa

Quizá para entender la concepción del juego por parte de Clemente Iriarte haya que remontarse a sus orígenes, a su infancia en Chile. Allí emigró la familia cuando tenía 5 años; el padre encontró trabajo en la fábrica de calzados Alas, propiedad de un pariente. “Por aquellos años lo primero para mí era el fútbol, luego el fútbol y finalmente el fútbol. Empecé en la cuarta especial de Unión y debuté en un partido en Viña, incluso hice un gol. Tuve el placer de jugar junto a mi ídolo Honorino Landa; es lo mejor que he visto, difícil encajarlo hoy en día, pero era capaz de driblar desde el mediocampo hasta la portería rival sin problemas”, explicaba en una entrevista concedida a El Mercurio de Chile hace ahora dos años.

La admiración y la cercanía de Landa, un ídolo del fútbol chileno en la década de los sesenta, pulieron su interpretación del juego. Asociarse con un futbolista que vivía de trazar paredes y fútbol al primer toque le obligó a pensar rápido. También a trabajar para la estrella del equipo. Y aquí hay que hacer una matización; a Clemente Iriarte se le recordará siempre por sus pases al espacio, por la precisión de sus entregas, el golpeo con el exterior del pie, pero tenía también una tremenda habilidad para robar balones, con sus largas piernas, lanzándose al suelo. El Pulpo “Cuando se tiraba a por el balón, yo me lanzaba a correr. Sabía que iba a robarlo y a ponérmelo de cara en la carrera”, recuerda Martín.

A los 20 años abandonó el país, le esperaban en España los estudios universitarios, el Real Madrid y el Servicio Militar. Había crecido como un chileno y no entendía bien aquello de tener que incorporarse al Ejército. Todavía hoy no son pocos los que piensan que nació en el país sudamericano.

EN LA NÓMINA DEL REAL MADRID

...y cinco meses en Oberena

Clemente Iriarte tiene un pasado madridista, aunque nunca llegó a debutar con el equipo de Santiago Bernabéu. Ante de firmar con los merengues, el navarro Juanito Arza, que tenía buen ojo, quiso incorporarlo al Sevilla en junio de 1966. Tanto fue el interés que una agencia de noticias (que lo presentaba como “jugador chileno”) dio por cerrada la operación. Pero no, firmó por el Madrid y el club le metió en una secuencia de cesiones que terminó cuando por fin encontró acomodo en el Oviedo.

El Rayo Vallecano fue su primer destino durante una temporada. El curso siguiente lo cerró en las filas de Oberena. Por entonces, la prensa de Pamplona ya destacaba las buenas sensaciones que había dejado en su fugaz paso por la ciudad formando parte del Rayo.

El Burgos aprovechó que el jugador realizaba la mili en la ciudad, en el Arma de Aviación, para conseguir su cesión. Fue la última antes de fichar por el Oviedo (1969). Con el club carbayón se alineó en 360 encuentros oficiales, lo que le coloca en el sexto puesto del ránking histórico de la entidad. Logró dos ascensos a Primera. En junio de 2016 el club le tributó un homenaje.

Pero ni la cantidad de partidos ni el paso de los años restaban a su fútbol; al contrario, todo sumaba en beneficio del equipo. Y ya rebasaba los 30 cuando se convirtió en el principal objeto de deseo de Osasuna.

REGRESO A CASA

Últimas lecciones en Osasuna

Salió de Pamplona con 5 años y regresaba con 32. Traía en sus botas muchos kilómetros de fútbol. Para algunos era el Abuelo en una época en la que a esa edad la mayoría de los futbolistas pensaba ya en la retirada. Clemente, no; a él le quedaba mucha cuerda. Para salir del Oviedo tuvo que desembolsar 740.000 pesetas (unos 4.500 euros) para comprar la carta de libertad. Ezcurra, pasados los años de penuria, trataba de formar una plantilla con argumentos para luchar por el ascenso a Primera. Clemente Iriarte tomaría la batuta del centro del campo cuando el dibujo de los equipos pintaba sobre el verde un 4-3-3 y los marcajes eran individuales. El larguirucho centrocampista (1,82 de estatura) repetía lo ocurrido con Pedro Zabalza dos años antes, cuando el rochapeano volvió Osasuna para sacarlo por última vez de la Tercera División.

La accidentada llegada al banquillo de Pepe Alzate en 1979 permitió formar alrededor de Iriarte un equipo integrado por jóvenes canteranos. Hoy, cuarenta años después, sabemos que sobre la intuición de uno y el talento del otro, sin estas dos personalidades no hubiera pasado lo que ocurrió después.

“Yo miraba a Clemente con respeto”, confiesa Bayona. “Venía de jugar en Primera División, era un jugador inteligente, te pasaba el balón y no tenías ni que controlarlo. Donde ponía el ojo ponía la pelota. El fútbol parecía fácil cuando lo hacía él”, abunda. “Tenía un fabuloso golpeo con el exterior. ¡Cómo retorcía el tobillo! Yo pensaba que alguna vez se le iba a romper... Hace poco destacaban en televisión un pase con el exterior de Modric como algo extraordinario: eso es que nunca han visto cómo lo hacía Clemente Iriarte”, reclama Martín, quien anima a ver un video que ayer circulaba por redes sociales de un Osasuna-Barcelona en el que queda de manifiesto esa habilidad.

Fueron cinco años históricos. Con ascenso y consolidación en Primera. Él marcó el primer gol la tarde del retorno, ante Las Palmas, en El Sadar. Una época inolvidable. Aquel Osasuna permanece en la memoria porque fue innovador y aprovechó al máximo las cualidades de sus futbolistas. Una orquesta dirigida por Clemente Iriarte. Llevaba el 10 a la espalda. No ha habido otro como él.

VISITA A EL SADAR

los datos

Nombre. Clemente Iriarte Madariaga

Lugar y fecha de nacimiento. Nacido en Pamplona el 25 de julio de 1946.

Familia. Casado. Padre de tres hijos y abuelo de seis nietos.

Trayectoria deportiva. Unión Española de Chile (1965 y 1966), Real Madrid (no llegó a debutar), Rayo Vallecano (1966-67), Oberena (de febrero de 1968 a junio de 1968), Burgos (1968-69), Oviedo (1969-78) y Osasuna (1978-83).

Participación con Osasuna. Jugó 172 partidos oficiales y marcó 13 goles. En Primera División: 77 partidos y 2 goles. En Segunda División: 71 partidos y 9 goles. En Copa: 22 partidos y 2 goles. En Copa de la Liga: 2 partidos.

Primer partido con Osasuna. Osasuna, 1- Alavés, 1 (3 de septiembre de 1978). Segunda División.

Último partido con Osasuna. Osasuna, 2-Athletic, 2 (22 de mayo de 1983). Copa de la Liga.

Distinciones. Insignia de Oro y Brillantes de Osasuna.