Olvidémonos del partido. Pensemos en clave de futuro. Y ante lo que viene, renovar es la palabra de moda en Osasuna. En ese proyecto, la dirección deportiva lleva tiempo ampliando los contratos de los futbolistas más jóvenes -el acuerdo del pasado año con Moncayola fue una exposición de principios-, mejorando su salario, elevando las cláusulas de rescisión, señalándolos como pilares en el futuro de la entidad. No podría esperarse otra cosa de un club de cantera. Pero a veces, cuesta. Y es obligado recordar que ha sido la gente de casa la que rescató a Osasuna de la peor crisis de su historia. El trabajo en Tajonar es a veces ingrato, porque hay fugas de talentos a edad temprana, porque alguna añada no llega al estándar que exige el fútbol profesional, pero es la principal garantía para la subsistencia del club.

A Jagoba Arrasate no había que explicarle este capítulo de la historia de Osasuna cuando desembarcó en Pamplona. Con algunos remilgos en determinados casos, ha dado a los chicos su sitio y al equipo una regular presencia de canteranos (esta temporada convoca a una media de 9 o 10 por partido, utilizando a 5 o 6 en el juego), lo que ayuda a mantener la identidad del equipo, lo hace reconocible ante los aficionados y pone en valor la labor desarrollada en las categorías inferiores. El día que se escenificó su renovación, el entrenador también habló de renovar, de que llegan tiempos de cambio en la plantilla, ahora al abrigo de una clasificación desahogada. Y sin dar tiempo a especulaciones, Arrasate mandó ayer uno de esos mensajes que hacen buenos sus propósitos y que, por encima del 4-0 del marcador, ilusionan a la afición: hizo debutar como titular a Iker Benito en el Camp Nou.

A pocos osasunistas se les escapó que en ese mismo escenario hizo su primera aparición Raúl García de la mano de Javier Aguirre. A Iker Benito, el partido y el escenario no le acomplejaron, aunque el desarrollo del juego, la superioridad aplastante del Barcelona, no le permitió desplegar sus habilidades. Pero hay ahi un futbolista de largo recorrido. Podría llegar a interpretarse, a toro pasado, que la presencia del chaval fue un brindis a la grada, pero entre los defectos de Arrasate no está ser un quedabien.

De hecho, ha manejado el ritmo de adaptación de Javi Martínez a su gusto, pero la titularidad ayer del centrocampista apunta a que ha llegado el momento de darle continuidad y de señalarle, junto a David García y Moncayola, como parte de la futura columna vertebral del equipo. Los cuatro tienen una característica común: nadie les ha regalado el puesto por ser de la cantera sino que se lo han ganado por su rendimiento. Este proceso de renovación coincide con la pérdida de minutos por parte de dos referentes en el equipo como Oier y Roberto Torres; todo apunta a que esta será la última temporada del capitán, ya que acaba contrato y el propio Arrasate expuso la pasada semana su plan de aligerar la plantilla. La ventaja para el entrenador y para el club es que disponen de tiempo y de estabilidad para hacer bien las cosas, para dirigir y conducir una renovación con un fin indiscutible: que Osasuna siga siendo fiel a si mismo. Aunque en días como ayer se deje algunos pelos en la gatera.