Osasuna ha dejado para tardes con más temple y menos errores el auto test que quería superar en el partido frente al Betis, una prueba de superación y mejoría frente a los contrincantes de postín, rivales que se les han escapado casi siempre indemnes, imposibles atrapar porque circulan a otra velocidad. Y por eso, el Betis de Pellegrini estuvo en todo momento lejos del alcance de los rojillos, que se despidieron en la primera parte de cualquier opción sobre el marcador, pese a que soñaron con un viaje de retorno al encuentro tras el gol de Budimir y los encendidos minutos siguientes, momento incluido del segundo tanto del croata -anulado por fuera de juego indiscutible-, en los que se sintió una verdadera disputa por el resultado. Fueron solo unos instantes en los que regresó el Osasuna más animado y combativo, aunque el combate que planteó fue muy corto porque la armadura defensiva no le aguantó. Los goles siguientes del conjunto bético, las facilidades en la zaga en los minutos de auténtica debacle en la fase final del encuentro, terminaron por dibujar un marcador pesado de sostener como circunstancial, con pocos argumentos para el rescate.

Si Osasuna quería competir y discutirle el resultado a un rival mejor, las honorables intenciones quedarán para otro día. El Betis no está a una diferencia de cuatro goles -que estuvieron a punto de ser más- pero, como contra otros equipos del escalafón superior, los rojillos están aún a distancia, tramo que se acentúa todavía más cuando no se vive una buena tarde, como la de Sevilla, en el Benito Villamarín.

Porque aunque Osasuna puede poner encima de la mesa que estuvo cerca de empatar y que el Betis tampoco se mostrara como un alarde en el trabajo defensivo -no estuvo cómodo en los centros y en las llegadas por la banda-, también el equipo andaluz se hartó de tirar a puerta, sembró de oportunidades el área de los rojillos, mandó un balón al larguero e hizo intervenir en modo decisivo a Sergio Herrera. La fragilidad no es buena compañera de viaje, y menos cuando se trata con rivales de postín, que no tienen miramientos y la portería contraria es el objetivo obsesivo.

Osasuna estaba viviendo un partido abierto, con algunos sustos -el remate de Álex Moreno al larguero y la oportunidad de Joaquín en la misma jugada a los doce minutos, en el inicio del festival del lateral izquierdo-, hasta que todo se derrumbó en los minutos finales del primer tiempo. Habías idas y vueltas, centros y córners de los dos equipos, pero finalmente se reunieron las desgracias para propiciar el primer gol de Juami. El delantero bético fue más ambicioso que Nacho Vidal, parsimonioso y descolocado en el Villamarín -tampoco le ayudó en exceso en el flanco derecho el Chimy, de nuevo en ese lado en el sistema de cuatro por detrás del delantero-, y mientras el zaguero rojillo armaba la pierna para despejar una pelota rebotada en el centro del área -un despeje de David García en un centro de Bellerín-, el atacante se abalanzó sobre el esférico y marcó. Juanmi se aprovechó todavía más de la herida sangrante de la banda derecha de Osasuna, porque Álex Moreno hurgó en ella en el tiempo de descuento y soltó un centro que remitió a gol el delantero. En un visto y no visto, sonaba a partido sentenciado.

A pesar de los cambios, con la inclusión de Cote y Aridane por Manu Sánchez y Juan Cruz -el central se fue lesionado-, no había variación tras el descanso porque el Betis estuvo a punto de freir a Osasuna con las ocasiones consecutivas de Guido Rodríguez, Bartra y Víctor Ruiz que cortó en plan salvador un acertado Sergio Herrera. Los rojillos siguieron noqueados y despistados hasta que llegó su gol providencial. Cote sacó a relucir su zurda prodigiosa y, templando un centro al área, complicó la vida a Bartra, dejó de piedra a Víctor Ruiz y, entre centrales despistados, Budimir marcó. El delantero croata sacó a Osasuna del letargo y lo metió en el partido, en uno de esos prodigios que tolera el fútbol y que hace que los partidos pierdan el gobierno. Arrasate puso a Kike García y Javi Martínez en el césped, por Nacho Vidal y Darko, y coincidió que con ellos el equipo vivió momentos de emoción, incluido el gol anulado a Budimir por fuera de juego. Se quiso mantener en la pugna Osasuna, hasta que una zaga de mantequilla permitió un gol de filigrana de William Carvalho, esquivando a Aridane y driblando a Sergio Herrera; y otro de Álex Moreno, también entre defensas rojillos descolocados y quebrados.

Osasuna no logró oponer verdadera resistencia a la superioridad del Betis. No le alcanzó para plasmar sus intenciones y deseo de progreso. Una lección amarga en este dulce final de temporada.

- Ficha técnica:

4 - Betis: Claudio Bravo; Bellerín, Bartra, Víctor Ruiz, Álex Moreno (Sabaly, m.91), Guido Rodríguez, William Carvalho; Aitor Ruibal (Rodri, m.76), Joaquín (Guardado, m.80), Juanmi (Raúl, m.91); y Willian José.

1 - Osasuna: Sergio Herrera; Nacho Vidal (Kike García, m.69), David García, Juan Cruz (Aridane, m.46), Manu Sánchez (Cote, m.46); Moncayola, Torró, Darko Brasanac (Javi Martínez, m.69); Chimy Ávila, Budimir y Rubén García (Roberto Torres, m.80).

Goles: 1-0, M.34: Juanmi. 2-0, M.46+: Juanmi. 2-1, M.65: Budimir. 3-1, M.82: William Carvalho. 4-1, M.88: Álex Moreno.

Árbitro: Valentín Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Amonestó al local William Carvalho (m.38) y a los visitantes Cote (m.81), David García (m.87) y Chimy Ávila (m.90).

Incidencias: Partido de la trigésima jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Benito Villamarín ante 49.103 espectadores.