En un párrafo

ueva vieja polémica a cuenta del pasillo sí pasillo no al campeón de Liga. En este caso, en el derbi madrileño de mañana en el Wanda. El Atlético ha anunciado que no lo hará y la caverna madridista ha salido en tromba a criticarlo con saña, pero el argumento colchonero parece contundente: "Son gestos que deben ser hechos para ser aplaudidos por el público". Es decir, en el campo del campeón o ante una afición amiga o, al menos, neutral. Y es obvio que no se cumple ninguna de esas condiciones. Mañana en el Wanda, un pasillo ofrecería el absurdo espectáculo de tener delante a unos jugadores aplaudiendo y de fondo a una grada entera silbando al campeón y enfadada con su propio equipo. Porque, nos guste o no, las rivalidades futbolísticas, con escasas excepciones, tienen la hostilidad mutua como ingrediente principal. No son duelos entre adversarios sino entre enemigos. Y ninguna batalla empieza con pasillitos y aplausos. l