El Real Madrid de siempre, certero, sereno y con recursos, le ganó el pulso a Osasuna en El Sadar, que acabó sufriendo la calidad del equipo madrileño y terminó rendido tras un gran desgaste físico. El equipo de Jagoba Arrasate fue capaz de mantener la contienda igualada, su portería a cero, gracias a la gran actuación de su portero, en esta ocasión Sergio Herrera, y, buscando la meta rival con interesantes apariciones, como la que llevó al poste Moi Gómez, superados los quince minutos del segundo tiempo, mantener al resultado abierto. A Osasuna, que anda con un puñado de futbolistas con el cuentakilómetros disparado, se le hizo demasiado largo el tramo final del partido, cuando el Real Madrid fue capaz de mantener su juego en altísimas revoluciones y los rojillos –que multiplicaron los errores en los últimos metros– no lograron seguirles. Es el peaje de estar en todos los frentes.

Osasuna hizo muchas bien frente al Real Madrid, presionó sin balón y jugó cuando lo tuvo, fue capaz de crear oportunidades de gol, llevar la iniciativa hasta estar mucho tiempo en el campo contrario, pero, como siempre, resultó definitivo el acierto, cosa que no acompañó al equipo en una noche en la que se debe rozar la perfección. El recuento de las buenas sensaciones no alivia la pena del marcador, que se mostró tan esquivo como incierto durante mucho tiempo, con un Madrid incluso sufriendo en algunas fases del encuentro.

Osasuna y Real Madrid ofrecieron un primer tiempo abierto, sin un dominador, con ráfagas de juego de unos y otros e ímpetu compartido que llevaron el balón de una portería a otra. Como no podía ser de otro modo, la tarjeta de presentación del Madrid la enseñó Vinicius, que se aprovechó de un error en una cesión de Moncayola y, finalmente, se topó con Sergio Herrera, con el roce suficiente de la pelota. Comenzaba el duelo. Fue la única oportunidad del equipo madrileño en el primer tiempo, y se produjo a los diez minutos. El Real Madrid se sintió cómodo con el balón, con posesiones eternas pero sin picante, y anduvo menos rumboso cuando le tocó defenderse. A Abde, que sacó en la primera vuelta los colores a Carvajal en el Bernabéu, le propusieron la asfixia como método de apagar su fútbol. Valverde fue su primer defensor, también caía por ahí Modric en cuanto podía y Nacho, su aparente par, seguía las intervenciones desde lejos, como un central más atento a sacar la manguera.

Por esa banda llegó un centro de Manu Sánchez, menos presionado que Abde, que quiso rematar como fuera Budimir, privando de la pelota a un mejor colocado Torró. El disparo siguiente de Moi Gómez lo repelió Courtois. Mediado el primer tiempo, el Madrid ya estaba molesto, con menos espacios por los que buscar a Vinicus, y Osasuna más rotundo mirando la portería rival. Budimir remató fuera una buena acción de ataque, todo ello antes de que en un partido limpísimo se liara con Vinicius de por medio. La fogosidad juvenil del brasileño se enredó primero en una falta de Jon Moncayola, castigada con tarjeta, y luego en un rifirrafe con Moi Gómez que acabó con los dos futbolistas amonestados. El encuentro no estaba siendo eso, pero avivó el fuego.

El partido se puso realmente excitante tras el paso por los vestuarios. El Real Madrid apretó con un aviso de Rodrygo en el primer minuto de la reanudación y continuó la animación con un Osasuna que se mostró atrevido en cuanto pudo. Sergio Herrera le birló la pelota a Vinicius en el segundo mano a mano de la noche y los rojillos sacaron orgullo y piernas para disfrutar de dos ocasiones casi seguidas. La picardía de Moi Gómez le hizo abrir un hueco por donde nadie lo veía, para acabar rematando al poste. Moncayola, instantes después, también lanzó un zapatazo que se marchó fuera muy poco.

A veinte minutos del final, el partido estaba casi como al principio, sin movimiento en el marcador, sin un dueño. Pero el casi estuvo en el fuelle de unos y otros. Vinicius, con el motor siempre a pleno rendimiento, se topó por tercera vez con Sergio Herrera en otro duelo en el que hubo una intervención colosal del meta rojillo, desviando con la manopla un remate camino del gol. Minutos después, por el otro flanco, el suyo, el izquierdo, el brasileño soltó un centro que fue rematado por otro de los jugadores que anda sin cadena, a pulmón suelto, Valverde. Fue un duro golpe para un Osasuna ya tocado. El Madrid jugó los últimos minutos desbocado, con Vinicius marcando primero, en una acción que fue anulada, y rematando la noche con el segundo gol de Asensio. Osasuna, cansado, se chocó con el Madrid de siempre.