La afición osasunista vivió el partido de este martes con la intensidad que merecía la importancia del encuentro. Tanto en Bilbao como en Pamplona fue un día de emociones muy fuertes.

EN BILBAO

Del Casco Viejo a la calle Pozas

En la capital vizcaína se esperaba a 575 aficionados rojillos –que eran los afortunados que habían conseguido las entradas facilitadas por el Athletic–, pero fueron muchos más los que se desplazaron. Unos, con la intención de disfrutar del ambiente previo y ver el encuentro en algún bar cercano a San Mamés, y otros para intentar hacerse con las entradas que los socios del Athletic fueron liberando en la web del club. Y no fueron pocos los hinchas rojillos que lograron entrar así al estadio, aunque no fuera en la zona reservada a la afición visitante sino diseminados por las gradas.

La mayor parte de la afición rojilla se desplazó a Bilbao en las dos tandas de autobuses que salieron desde la puerta de El Sadar a las 9.30 y a las 16.30 horas.

Como es de rigor, el primer destino fueron los bares del Casco Viejo de Bilbao y después, según se acercaba la hora del partido, la calle Pozas, donde compartieron espacio con muchos aficionados del Athletic sin que hubiera ningún incidente sino mucho respeto entre ambas hinchadas, salvo algún cántico aislado fuera de tono. Tan solo la quema de ese contenedor que retrasó la llegada del autobús de Osasuna al estadio enturbió el buen ambiente previo al encuentro. Hay que admitir que una vez dentro del estadio, sobre todo cuando el balón empezó a rodar, a la afición osasunista apenas se le oía en el campo, por esa proporción de casi 100 a 1 a favor de los hinchas locales, por que hubo 51.444 espectadores y porque la afición del Athletic vivió también con mucha intensidad el partido.

EN EL ZENTRAL

Pasión, susto y felicidad

La tarde comenzó en el Zentral abarrotada, sin que cupiese un alma. La afición rojilla que se quedó en Pamplona para animar a su equipo llenó la sala hora y media antes de que comenzara el encuentro.

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Locura en la sala Zentral Unai Beroiz

Con el cántico de Osasuna, alé, no te rindas porque hay un fondo que canta por ti amenizaban la previa los cientos de personas que esperaban a ver en la pantalla gigante cómo saltaban al campo los rojillos, a los que recibieron entre aplausos y con el Riau Riau que se escuchó en toda la sala.

El gol de Iñaki Williams en la primera parte enfrió el ambiente durante el descanso, que no fue ni un espejismo de lo que había sido la previa.

Sin embargo, conforme se acercaba la prórroga, la hinchada rojilla empezó a calentarse de nuevo, empujando al equipo hasta los 30 minutos extras.

La prórroga fue la eclosión de toda la pasión osasunista. Con los nervios a flor de piel, y sufriendo hasta el final, la afición estalló con el Pablo Ibáñez.

El pitido final de Del Cerro Grande provocó el momento más festivo de la noche. Con gritos de “¡Del Athletic el que no bote!” e “¡Illa, illa, illa, nos vamos para Sevilla!”, los cientos de personas que acudieron a apoyar a Osasuna celebraron el pase a la final.

EN PLAZA DEL CASTILLO

La traca final

La fiesta no acabó en el Zentral, porque ni siquiera había empezado. A las 1.000 personas de la sala se unieron muchas más para continuar la celebración en la Plaza del Castillo. Tracas de petardos, decenas y decenas de aficionados botando al son de los cánticos llenaron la plaza, que se tiñó de rojo. “¡Yo te sigo a todas partes, cada día te quiero más!”, fue una de las estrofas más repetidas.

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Osasuna celebra en la plaza del Castillo el pase a la final de Copa del rey en Sevilla Unai Beroiz / CA Osasuna

Cuando los aficionados estaban ya en la Plaza del Castillo –y a la hora de cierre de esta edición– se enteraron de que la expedición rojilla tenía la intención de volver directamente a ella para celebrar junto a los aficionados el histórico pase a la final. La noche acababa de comenzar para todo el osasunismo.