Aprovechando que el sol brilló en la mañana de ayer, que era un día de fiesta (el primero de la Semana Santa) y que Osasuna tiene ahora un tirón importante por eso de haberse clasificado para la segunda final de Copa de sus casi 103 años de historia, un buen puñado de aficionados y aficionadas se acercaron hasta las instalaciones de Tajonar para contemplar en directo el primer entrenamiento de los rojillos tras su hazaña en San Mamés, una sesión a puerta abierta en la que, además, la hinchada, sobre todo la más joven, pudo acercarse a sus ídolos para reclamarles alguna foto y muchos autógrafos, así como para dedicarles unos cuantos piropos, que bien merecidos los tienen tras su gesta en el torneo del KO.

Equipo y afición se tomaron el miércoles una jornada de asueto porque el martes quemaron Pamplona para celebrar el pase a la final. Para la historia han quedado ya las instantáneas de jugadores, cuerpo técnico y directiva festejando con los hinchas el pase a la final, a todo trapo y hasta bien entrada la madrugada, e incluso la mañana en el caso de alguno y alguna.

Alegría desbordada en Tajonar

Alegría desbordada en Tajonar Javier Leoné

La cuestión es que los futbolistas, con Jagoba Arrasate a la cabeza, retomaron ayer el trabajo en Tajonar, porque este sábado hay partido de Liga contra el Elche, duelo que el conjunto navarro va a tener que preparar en sólo un par de sesiones: la que completaron ayer ante la presencia de aproximadamente 300 personas y la de este viernes, ya sin periodistas ni afición como testigos. Y es que el técnico quiere que sus pupilos se centren en la competición de la regularidad sin ningún tipo de distracción alrededor.

Sin embargo, Osasuna quiso darse ayer un baño de masas y la afición aprovechó la oportunidad para darse una vuelta por Tajonar, un escenario que viene de un periodo de restricciones (casi todas ellas heredadas de la época en la que más fuerte golpeó la pandemia de covid-19) que poco a poco se van levantando.

Se formó una larga cola en el exterior de las instalaciones porque a la hinchada le tocó esperar fuera de Tajonar hasta que los futbolistas saltaron al campo de entrenamiento, pero en cuanto lo hicieron comenzó la fiesta. Los más pequeños y las más pequeñas se acercaron casi a ras de césped para observar lo más cerca posible a sus ídolos, que al término de la sesión no tuvieron problemas en fotografiarse, charlar y firmar autógrafos a aquellos y aquellas que se lo requirieron.

Uno de los más solicitados fue Pablo Ibáñez, un chaval que no hace mucho se encontraba en la posición de los que ayer le pedían autógrafos y que lo hacían principalmente por su gol en San Mamés, tan soberbio como importante, pues fue el que dio el pase a los rojillos a la final de Copa. Se ha convertido el canterano en el sol que más calienta, como el que ayer brilló en Tajonar.

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Pablo Ibáñez, con aficionados durante el entrenamiento JAVIER BERGASA