Dícese de aquel que “se introduce de incógnito en una organización”. Esos son los infiltrados y Osasuna va a tener esta semana muchos de ellos. Son aquellos que “van” con el equipo rojillo, pero realmente solamente quieren que pierda el rival de Osasuna. 

En la retransmisión televisiva se pudo ver, nada más comenzar, a unos cuantos de esos infiltrados. “Arriba Osasuna”, dijo uno. Otro tiró de viralidad y soltó el “Osasuna nunca se rinde”. Todo tan impostado y alejado de la esencia rojilla que apestaba a lo que era: aficionados del Barcelona y antimadridistas. Durante el partido, si visitabas las redes sociales de Osasuna encontrabas otros infiltrados: madridistas con la única intención de que perdiese el Barcelona fuese contra quien fuese. 

Ese tipo de infiltrados son los que luego llenan estos lugares de mensajes con palabras como fracaso o insultos varios por haber perdido en el Camp Nou. O lo mismo si el sábado ocurre un resultado negativo para Osasuna.

Cualquier rojillo habitual es consciente del esfuerzo que realizaron todos y cada uno de los jugadores y, no solo eso, si no que le llena de orgullo ver a los rojillos defender el escudo de la entidad con esa bravura a, recordemos, menos de 100 horas para el partido más importante de la carrera de todos los allí presentes. Lo mismo que sabe el esfuerzo que supone para Osasuna llegar a una final de Copa. Por eso, el osasunista de verdad disfruta de ver el crecimiento de Diego Moreno, la irrupción de Iker Muñoz, la aparición de Iker Benito o el debut liguero de Herrando, aunque con la pena de que fuese expulsado tan pronto. 

También por eso, el rojillo va a disfrutar de estos cuatro días casi con ansiedad cada segundo. De verdad, sabiendo que es un hito histórico y que el próximo desplazamiento masivo a lo mejor es para luchar una salvación. Quién sabe. Pero ahí no habrá infiltrados ni en redes ni en televisión ni en ningún sitio. 

Disfruten, no consuman nada que venga de los líderes de opinión de esos lugares. Que nadie les amargue nada. Y luego que Osasuna luche como lo hizo en el Camp Nou. La rojez estará orgullosa y, sin contratiempos arbitrales (ojalá), quien sabe si campeonando por primera vez. Pero sin infiltrados, gracias.