Entre las filigranas de Abde, el fútbol de alta escuela de Aimar Oroz, el despliegue de Manu Sánchez o el nuevo acierto de Budimir se coló en las imágenes dee la noche del jueves en El Sadar un potranco de la Valdorba que tiene el don de llegar a todas las partes. Jon Moncayola ha completado un curso excelente en lo futbolístico, ha enseñado otros registros desconocidos, se hace futbolista a pasos agigantados y conserva la rasmia y el pundonor de un chaval que siempre está atento al juego. El de Garínoain se enmarcó un encuentro tremendo frente al Athletic, que sirvió también para reconquistar su posición natural y para desquitarse de la final de Copa. Participó en los dos goles rojillos sin darse importancia alguna y, además, ya había llegado al área como amenaza en la primera parte para intentar cabecear la incursión más peligrosa de la primera parte, auxilió a Manu Sánchez en su cometido con Nico Williams cerrando entre ambos cualquier puerta al extremo y en la segunda mitad, con el partido descosido, se hizo varios ida y vuelta habituales de área a área.

Moncayola sirve el balón para el primer gol de Osasuna. Acude a ofrecerse solo a apoyar el saque de banda y observa en el área a Budimir.

El caso es que Jagoba ya había sacado la cara días atrás por su muchacho, del que recordó que no merece ni un reproche por su actuación en la Copa y que si quieren lanzar dardos se los tiren al propio técnico, que es quien le puso en semejante encrucijada. Bien es cierto que con las lesiones de Peña y Vidal a lo largo de la temporada, al entrenador se le abría un boquete en ese flanco derecho y que, en la mayoría de días, Moncayola ha sabido cubrir no solo con solvencia sino con nota. Mención aparte de que la desgracia de las lesiones de los carrileros han servido también para dar carrete a Diego Moreno, otro chaval que conoce el oficio en la banda y que se ha destapado con garantías.

Bien es cierto que con ese contexto de contratiempos durante la presente campaña, a Arrasate se le presentó el problema de qué lateral le iba a hacer el mejor papel contra el Madrid en la final de Copa, sobre todo pensando en un Madrid absolutamente volcado a la insistencia de Vinicius. Seguro que para ese antídoto, la mayoría de rojillos que se hubieran metido a alineador, hubiera elegido a Moncayola para semejante encargo, viendo todos los antecedentes. Por ello, ni una tacha. Ese tipo de mediocentros modernos, con físicos como robles, pulmones de sobra y suficientemente hábiles, como Moncayola o Camavinga, o incluso Foyth, que empezó como central y ha jugado en tres posiciones, ocupan los laterales porque saben cuerpear, mantener la carrera y dominar los momentos para tensar el partido o templarlo.

Primer plano de Moncayola sirviendo el centro.

En la noche de este jueves, de nuevo en su hábitat, Moncayola recuperó balones como un descosido y se empeñó una vez tras otra en percutir en el área del Athletic. Conocido es de sobra que es el jugador del equipo que más repetición de esfuerzos de máxima exigencia puede acometer. Pero a semejante fondo de carrera, que es de lo más visible, se empiezan a añadir otras cualidades que si bien hay que perfeccionar, ya retratan a un futbolista compensado y maduro para cualquier envite. Antes de un partido de esta temporada ante el Celta, preguntado sobre el desempeño de Moncayola en el lateral, Jagoba respondió: “siempre he creído que podía jugar en esa posición. Tiene grandes condiciones físicas y es un gran jugador, pero le faltaba un poco ese otro fútbol en el centro del campo, porque es demasiado noble”. El canterano es alumno aventajado. A buen seguro que esa nobleza innata seguirá en su ADN, pero del otro fútbol que se le demanda ya sabe tiras de enciclopedia, quizás azuzado por sus técnicos. Contra el Athletic, anduvo despierto a toda pelota que saltaba. En el primer gol, con el rival todavía mareado por un contragolpe que Barja no pudo culminar y que terminó en saque de banda, Moncayola asomó como apoyo a Peña. Se veía solo y con el contrario desorganizado en el área. Observó a Budimir. Control, centro, remate y gol. El fútbol más sencillo ejecutado en el momento preciso.

El de Garínoain se anticipa al rechace y sirve con la izquierda una gran pelota.

En el segundo tanto, el de Garínoain anduvo igual de despierto. Salió en estampida porque la pelota que lanzó Abde desde la frontal tenía marchamo de peligro, se anticipó al rechace y, con la izquierda, a la media vuelta y dentro del área, atosigado por Vivian, consiguió poner una pelota en el lugar adecuado para que Aimar la recogiera, hiciera una de esas jugadas solo aptas para unos pocos y le sirviera a Torró un gol en bandeja.

Los esfuerzos de Moncayola y su crecimiento como jugador luce en un equipo espumoso que curiosea la posibilidad de ascender en el andamiaje. Pero no es cosa puntual la incidencia del mediocentro en el rendimiento de los suyos. Conviene recordar que en la eliminatoria de Copa, el gol de Abde en el Sadar nació de una recuperación de Moncayola. Y en el tanto histórico de Pablo Ibáñez en San Mamés, quien le sirve una pelota excelsa, en la prórroga, tras patearse toda la banda con los rivales vencidos, fue en ese caso el muchacho que sirve para un roto y para un descosido. Jon Moncayola. Queda dicho.

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1x1 de Osasuna ante el Athletic Club en El Sadar (2-0) DIARIO DE NOTICIAS

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Mejores imágenes del Osasuna-Athletic Oskar Montero