Hay que ser preciso a la hora de poner en palabras las sensaciones de Osasuna, pero después de un inicio de temporada con trabajo extra y retos nuevos, emociones añadidas y ritmo mayor, buenos encuentros sin ningún premio, llega la sexta jornada de Liga e indudablemente el equipo nota que, a pesar de todo lo positivo, debe apretar el paso. No es que un torneo que consagra la regularidad no aguante algún sofoco de estos, pero se aterriza en el encuentro contra el Sevilla y a los rojillos es lógico que se les agolpen inquietudes mentales y espirituales. Desde la incipiente necesidad de ganar, a la obligación de hacerlo por primera vez en casa esta temporada, pasando por la consideración de los partidos que vienen o los riesgos del torneo, de todo puede notar la plantilla para la cita de esta tarde. Así es la Liga, que su calendario puede ser sinónimo de maldición o de gloria, según le dé.

Osasuna se enfrenta al Sevilla después de dos partidos seguidos con derrota y muchos goles en contra, tampoco pocos a favor. Tras caer en El Sadar frente al Barcelona (1-2) y en Getafe (3-2), solo hay que colocar el encuentro de esta tarde en el punto de importancia que tiene, sin necesidad de dramatizar. Arrasate y sus jugadores saben que deben cambiar para que los resultados lleguen y que, por ejemplo, habrá que mejorar en defensa para que los rivales no marquen tanto con tan poco, porque con ello se le podrá dar a los goles propios el verdadero valor. Tres goles en dos partidos no valen nada si se reciben cinco, es tan simple como eso porque el fútbol siempre va de hacer cuentas.

Arrasate hizo cambios llamativos para jugar en Getafe y alguno de ellos fue sonoro y acertado. La irrupción de Iker Muñoz en la titularidad fue espectacular. Con 21 años recién cumplidos, el chaval de Villafranca se destapó cómo un manijero en toda regla, además de asumir con naturalidad sus elevadas cuotas de protagonismo y exponer un despliegue físico notable. La presencia del canterano en el once, que hizo méritos de sobra para seguir entre los elegidos, es uno de los asuntos que el técnico no desveló, pero al que le añadió el interesante condimento de que su presencia en el equipo no significa que sea a costa de Torró. El mediocentro, tipo grande y de poderío, probablemente tiene su sitio en este encuentro frente a un rival con muchas torres.

Osasuna recupera para esta tarde a Catena, una vez cumplido su partido de sanción, y en manos del técnico queda el perfil que quiera proponer con su equipo. Si sujetando a un contrincante que va a querer jugar en campo rival, o mostrando el pecho descubierto para ir a esa guerra de gallitos en la que Mendilibar se siente cómodo y es experto, y peligroso. 

El Sevilla tiene una plantilla larga y con futbolistas de calidad, y cuenta con el genio del técnico en el banquillo para cambiar la mentalidad de un equipo, de un club, que piensa quizás demasiado en la gloria y se olvida de la faena diaria. Para esta tarde, la baja de Sergio Ramos, con una lesión muscular, es la más llamativa porque parece que el cuerpo no le aguanta como antes tras jugar el miércoles. El centrocampista Suso y el delantero Mariano –el que llegó del Real Madrid– son las bajas de última que se unen a las de Acuña, Marcao y Nianzou. A Mendi le sobra gente.