Algún entrenador de Osasuna y sus colaboradores pueden contar la aventura de aguantar algún desplante, por no hablar de una bronca en toda regla, por ofrecer explicaciones en euskera en la conferencia de prensa posterior a un partido y toparse con alguna de esas cabecitas privilegiadas que aún transitan por este mundo. Al técnico del Girona, el madrileño –vallecano– Míchel, le siguen poniendo alguna cara rara cuando habla en catalán. Desde que llegó al Girona hace un par de temporadas, viene haciendo un palpable esfuerzo por introducirse en el idioma y dar normalidad al uso de la lengua en un entorno que así lo vive y con interlocutores que lo proponen.

Míchel ha tenido que soportar los comentarios despectivos de quienes afeaban sus esfuerzos por hablar catalán y metía la pata –qué peligro tiene el políglota que llevamos dentro cuando solo nos defendemos en un idioma– y de los cavernícolas que no ven luces y sólo sombras. “No es nada extraordinario. No es nada importante. Es lógica pura”, decía en unas declaraciones a RAC1. “Lo haríamos todos. Si fuésemos a Inglaterra, intentaríamos aprender inglés lo más rápido posible para poder comunicarme en un sitio que a mí me hace feliz. Y para ser más feliz, cuanto más esté con la gente, mejor. Y para estar con la gente, tengo que tener un diálogo con ellos. Si no, es jodido”.

La temporada pasada, en los prolegómenos de un Girona-Rayo, abordó más allá su deseo de integración uniendo su sentimiento en su destino futbolístico a lo que lleva en el entendimiento tras su paso por su club de siempre. “Es un poco la educación que me han dado, en Vallecas somos acogedores. Es un barrio obrero, en el que ha habido mucha inmigración y siempre hemos sido un barrio abierto, de la calle y de respetar a todo el mundo y abrazar todas las culturas. Por eso, cuando vine aquí, intenté meterme en la cultura catalana y en la de mi ciudad, que ahora es Girona. Me siento como en casa”.

A veces anécdota, otras veces no, el hecho es que Míchel, 47 años, es uno de lo entrenadores de la nueva generación con futuro más brillante. El técnico subió al Girona en la campaña 2021-22 tras años quedándose el club a las puertas del ascenso. Logró así su tercer ascenso como técnico, antes lo había logrado con el Rayo (2017-2018) y con el Huesca (2019-2020), aunque en ambos conjuntos fue destituido a la temporada siguiente. En el Girona, firmó contrato hasta junio de 2024, pero en el mes de mayo prolongó su vinculación hasta 2026. Como jugador, su club de formación fue el Rayo, en donde empezó en 1992 y se retiró en 2012 tras disputad 307 partidos en los que marcó 44 goles. También milito una temporada en el Almería y dos más en el Murcia.

Con Míchel, el Girona va camino de hacer historia porque sus números hablan de un equipo con mucho camino recorrido para disputar una competición europea en el próximo curso. De hecho, la temporada pasada, fue un rival directo de Osasuna en la última jornada para colarse en la séptima plaza.