Osasuna estuvo más cerca de ganar, hizo más méritos que Las Palmas, pero volvió a atragantarse en El Sadar, donde la victoria sigue siendo un premio extrañísimo, porque solo se ha conseguido una en todo lo que se lleva de curso. El equipo de Arrasate mejoró las prestaciones respecto a su última aparición, la jornada anterior ante el Girona (2-4), pero continúa sin agitar lo suficiente a sus rivales como para pulsar todos los resortes para lograr los tres puntos. 

No se le podrá reprochar nada a Osasuna en cuanto a su esfuerzo y empeño por perseguir el gol, pero el trabajo, el despliegue de los rojillos no le alcanza para llegar al triunfo. Tampoco hubo muchos minutos para sentirse felices con el juego expuesto, al contrario, la primera mitad resultó soporífera y solo en la reanudación aumentó el ritmo como para estar más cerca del triunfo.

A Osasuna se le ha construido un problema El Sadar y cualquier circunstancia que empuje en contra, cualquier incidencia que se cruce en el camino, se convierte en un drama, en un problemón, en una turbación. El equipo de Arrasate se está saliendo de la marcha de puntos que asegura una campaña tranquila y, en esa tesitura, en cualquier momento –en un par de jornadas mal llevadas– se puede sentir el soplo frío que llega desde la zona baja de la clasificación. Frente a Las Palmas se reunieron varias de esas circunstancias para hacerle la tarde amarga a Osasuna. A Budimir se le negó el gol por las intervenciones colosales del portero rival; el meta visitante sacó medio balón de la portería cuando entraba el remate de David García y Las Palmas marcó en su único remate entre los tres palos. Cualquier mal trago se le hace bolo a Osasuna, y eso que ese tanto a medias entre Coco y Budimir –adjudicado por el árbitro al atacante rojillo– hizo justicia a los méritos de los hombres de Arrasate e incluso dirigió el partido hacia un final emocionante. Hacia la emoción de esa victoria en casa que continúa esquiva. 

El árbitro también puso la parte de emoción que puede corresponderle en uno de estos encuentros que se enredan con jugadas para el análisis, porque hubo una mano en el área de Las Palmas que no vio nadie como penalti –ni en la hierba ni en los monitores del VAR–, y tampoco queda claro si el testarazo de David García envió por completo el balón dentro de la portería. A Osasuna más que emoción, ahora que la clasificación aprieta, esto le crea frustración.

Osasuna está comenzando a parcelar sus actuaciones como local y no se puede hablar de encuentros regulares, con una línea firme, sino de citas con altibajos. Frente a Las Palmas no fue una excepción y hubo muchos minutos de caminar en medio del desierto. Sólo Budimir se saltó el tedio y se convirtió en el animador de la primera mitad. El delantero croata fue el único futbolista que intentó que algo de lo que estaba pasando, muy poco, tuviera algún tipo de relación con el gol. El atacante dispuso antes del cuarto de hora inicial de una doble ocasión que desbarató primero un defensa y en la continuación envió fuera; y en el tramo final, otro cabezazo suyo fue desviado por el portero cuando iba a gol. En la trayectoria del testarazo medió la mano de un defensor, pero por los gestos del árbitro, que andaba con el pinganillo con los del VAR, no fue considerada punible.

Fueron los únicos momentos de emoción de una primera mitad espesa, en la que Las Palmas prefirió quedarse el balón todo el tiempo posible y no asomó la cabeza por el área de Osasuna casi nunca, ni siquiera con centros lejanos, mientras que los rojillos se mostraron voluntariosos por los costados, con intentos de conexión en ataque a partir de la genialidad de Aimar Oroz, pero necesitaban más velocidad y determinación en los últimos metros para no quedarse en las buenas intenciones.

Osasuna mejoró en el primer brinco del segundo tiempo y ahí se topó de nuevo con el meta de Las Palmas, Vallés, que soltó un zarpazo a un balón que estaba entrando en la portería tras el cabezazo de la polémica. El equipo de Arrasate estaba comenzando a completar unos correctos minutos de asedio cuando llegó el tradicional jarro de agua fría. En el primer disparo entre los tres palos, obra de Moleiro, Las Palmas se llevaba el premio del gol. La injusticia del fútbol, si la hay, se daba de nuevo una vuelta por El Sadar. Afortunadamente para Osasuna, casi no tuvo tiempo para la desactivación porque unos minutos después un centro limpio y magnífico de Moncayola, de los que obligan a los defensas, fue rematado a gol por Coco –el árbitro se lo adjudicó a Budimir, que también había llegado al reclamo del dulce desde la banda–.

Osasuna terminó el partido cerca de la portería de su rival, pero ni Raúl ni Kike Barja sacaron provecho de un par de barullos. Ha quedado muy claro que por ahora se necesita más para ganar en casa.

1 Osasuna: Herrera: Areso, Catena, David García, Mojica: Torró: Peña (Barja, m. 67), Aimar (Raúl,m. 89), Moi Gómez (Moncayola, m. 67), Chimy Ávila (Arnaiz, m. 81): Budimir (Pablo Ibáñez, m. 89).


1 Las Palmas: Valles: Suárez, Coco, Marmol, Cardona; Marvin (Araujo, m. 72), Muñoz, Perrone (Loiodice, m. 58), Kirian; Munir (Cardona, m. 72), Kaba (Moleiro, m. 58).


Goles: Moleiro 0-1 (m. 70), p.p Coco 1-1 (m. 74)


    

Árbitro: Figueroa Vázquez (Comité andaluz), asistido por Villate Martínez y Granel Peiró y Martínez Munuera. El colegiado valenciano mostró amarilla a Catena por parte de Osasuna. A Araujo por parte visitante.


Incidencias: Partido correspondiente a la decimotercera jornada de LaLiga EA Sports disputada en el estadio de El Sadar ante 20.125 espectadores.