Osasuna sufrió una gran decepción ante la Real Sociedad porque se le juntó en un solo trago una derrota en casa y la eliminación de la Copa en otro encuentro con protagonismo arbitral y, a la postre, mal rollo en el cuerpo con algunas circunstancias que le vienen pasando. La condición de subcampeón del torneo le había dado a Osasuna una ilusión extra, compartida por los aficionados que tristemente vieron en su estadio, en la primera aparición en casa en un encuentro copero de este curso, cómo se esfumaban las esperanzas y, lo que es peor, cómo se padecía una derrota muy dolorosa en su gestación y, por supuesto, en su finalización.

Tras una primera mitad sin chispa y odiosa para el espectador –que a la Copa le reserva grandes emociones–, la decoración cambió tras el descanso para volverse todo negro, para Osasuna. La jugada clave del partido, la expulsión de Catena por el derribo a Le Normand que acabó en penalti y gol, fue la acción decisiva de un encuentro en el que la Real Sociedad, mejor con el balón, iba a saber gestionar la diferencia mínima y, en el tiempo de descuento y gracias también a un penalti, al rechace que se produjo tras la pena máxima, iba a engordar el marcador. Entre el primer gol realista y el de la sentencia en el añadido, Osasuna ofreció sus mejores minutos con un hombre menos e incluso dominó al conjunto guipuzcoano, que tampoco acabó de sufrir en el asedio como tampoco recibió remates entre los tres palos.

Como Osasuna anda con el cuerpo agitado tras los últimos acontecimientos, el penalti y la expulsión protagonizados por Catena echan sal sobre la herida porque en la primera mitad, a los dos minutos de la reanudación, un derribo a Budimir por parte de Zubeldia debió merecer consideración o, por lo menos revisión, porque siembra dudas. Aunque no explican todo lo que le está sucediendo, la intromisión de las decisiones arbitrales en los últimos partidos de Osasuna está siendo manifiesta. Y eso sienta mal cuando se anda falto de resultados, de las dosis necesarias de confianza.

Osasuna se marchó del partido frente a la Real con la sangre burbujeando en el cuerpo porque la eliminación de la Copa –no fue peor que su rival–, la preciosa competición que le dio la temporada pasada los momentos más cálidos al osasunismo, se sumó a la de hace unos días en la Supercopa. Todo son premios y cuando se escapan, escuece. Solo queda la Liga, la única ruta, la gran ruta. 

Antes de que el partido rodara por la pendiente de la victoria por el lado de la Real, hubo muchos minutos de pesadez. Para dos equipos que necesitaban el gol para ganar y, en último término, eliminar a su rival y pasar, resultaba una contradicción que en los primeros 45 minutos no se hubiese producido un remate entre los tres palos. Más aún en el caso de la Real, que llegó a tener un control de la pelota abrumador y que mantuvo a Osasuna muchos minutos sometido a su mando. Pero entre que el equipo de Alguacil andaba con las luces apagadas en cuanto se acercaba al área rojilla, y los chicos de Arrasate estuvieron lejos de la portería de Remiro, el encuentro se convirtió en un espectáculo difícil de digerir. Sólo algunas andanzas por la banda izquierda y las apariciones de Budimir, bien acompañado por Arnaiz en algunas ocasiones, parecieron sacar a Osasuna del bloqueo. Sin lugar a dudas, la historia la escriben los protagonistas y si se había soñado con un encuentro de toma y daca, trepidante, en búsqueda de la portería contraria, fue todo lo contrario: una gestión de los reparos y una máxima, la de para ganar, mejor no perder.

Se debían esperar cambios en la reanudación porque ni Osasuna ni Real estaban dando lo que se esperaba de un partido con rivalidad y una clasificación golosa en juego. No tenían que estar contentos ninguno de los dos equipos ni tampoco los entrenadores. Hubo aceleración de intenciones y cambio de marcha porque en el primer minuto, Aimar Oroz fue capaz de rematar a puerta, cosa que no había sucedido en todo el primer acto, y la Real por mediación de Zakharyan y Merino también habían rondado el gol en dos acciones en cinco minutos.

Se estaba pasando a una nueva dimensión de encuentro, por lo menos en cuanto a intenciones e interés por la portería rival. La jugada decisiva del partido se vivió con el freno de mano echado porque el VAR, las conversaciones entre el árbitro del césped y el de la butaca de la televisión, tuvo su intriga. Hernández Hernández pitó penalti la acción de Catena sobre Le Normand –la dramatización en las áreas nunca las podrá revisar la tecnología, como tampoco la miopía de los que toman las decisiones– y, además, le cambió la amarilla por una roja al central de Osasuna por aquello de que se trataba de una ocasión manifiesta de gol. Una carnicería hizo Hernández.

El guion del encuentro varió porque Oyarzabal no falló desde los once metros y Osasuna se quedaba con uno menos con más de media hora de partido por delante. En inferioridad numérica, al equipo de Arrasate no le quedó más que tirar de dignidad, coraje y determinación para atacar a la Real e, incluso, ponerle en algunos aprietos. Fue dominio intenso, no lo suficientemente atinado como para rondar el gol con ocasiones claras, pero sí un ejercicio honorable en el que buscar gasolina para lo que queda. La Real, a la contra, dio el golpe de gracia tras el rechace de un segundo penalti –Merino no celebró su diana–. Osasuna deberá caminar solo por la Liga sabiendo que el VAR con sus pilotos es un feliz aparato, para otros.

FICHA TÉCNICA

0 - Osasuna: Aitor Fernández; Areso, Catena, David García, Juan Cruz, Mojica (Peña, m. 65); Moncayola, Torró (Rubén García, m. 65), Aimar (Pablo Ibáñez, m. 84); Arnaiz (Kike Barja, m. 79), Budimir (Raúl García, m. 79).

2 - Real Sociedad: Remiro; Aritz (Aramburu, m. 80), Le Normand, Zubeldia, Tierney; Zakharyan, de Zárate (Turrientes, m. 60), Merino, Barrene (Brais Méndez, m. 60); André Silva (Magunazelaia, m. 74), Oyarzabal (Sadiq, m. 74).

Goles: 0-1, m.57: Oyarzabal. 0-2, m.96: Merino.

Árbitro: Alejandro José Hernández Hernández (Comité canario), asistido por Sánchez Rojo y Sobrino Magán. Por parte local vio la amarilla Areso, mientras que Catena fue expulsado con roja directa por agarrón dentro del área en el minuto 56. El colegiado mostró amarilla a Magunazelaia y Le Normand por parte de la Real.

Incidencias: Partido correspondiente a los octavos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio El Sadar ante 21.116 espectadores.