Anunció el pasado jueves Indar Gorri a través de un comunicado que sus miembros no ocuparían sus asientos en El Sadar en los primeros siete minutos de los partidos contra Celta y Cádiz. La medida era su forma de protestar por la sanción recibida por siete de sus intengrantes, consistente en la prohibición de acceder al estadio durante un mes, por “estar incorrectamente o taponando las vías de evacuación”. E Indar Gorri cumplió con lo prometido, aunque finalmente fueron once los minutos que la zona de Graderío Sur donde se ubican sus miembros estuvo vacía, ya que finalmente otros cuatro de sus intengrantes recibieron el mismo castigo en lo que el grupo considera un “nuevo atropello”.

La ausencia en la grada de la gente de Indar Gorri en los primeros once minutos del partido se notó, porque se respiró un ambiente mucho más frío que de costumbre y por momentos se escuchó más a los hinchas del Celta que a los rojillos, y eso que eran unos 200 contra casi 20.000. No hubo Riau-Riau de salida, pero sí en cuanto los integrantes del estadio accedieron al estadio, ya con el partido empezado, una entrada a la que el resto de la grada dedicó pitos y aplausos casi a partes iguales, aunque fueron las palmas la que finalmente se terminaron imponiendo.

El ambiente fue otro cuando los miembros de Indar Gorri llenaron casi hasta los topes la zona donde habitualmente se ubican en El Sadar, desde no dejaron de animar a Osasuna, más fuerte todavía cuando el conjunto navarro encajó casi de seguido los dos primeros tantos de un partido que acabó en goleada del Celta a Osasuna (0-3), pero con Graderío Sur hasta los topes aplaudiendo a los jugadores, y viceversa, mientras la gran mayoría del resto del estadio enfilaba las bocanas de salida. Indar Gorri se convirtió en el pulmón de El Sadar, cantando todas las canciones posibles, incluso el No hay tregua de Barricada que antes era tradición, pero que ya no suena desde hace un tiempo en la megafonía del estadio.