La identidad es lo que hace diferente del resto a una persona o a un grupo humano. Las señas particulares permiten su identificación a través de gestos, palabras, hábitos, compromisos, afectos y antagonismos. En el fútbol, la identidad viene labrada por el respeto a los orígenes del club, la forma de interpretar el juego, la fidelidad a unos valores, un estilo de trabajo y un posicionamiento claro dentro de un entramado tejido de intereses que desbordan los límites del terreno de juego. Pero la identidad es en ocasiones un estandarte olvidado en un armario y que alguien recupera como una lámpara mágica cuando los planes parecen torcerse o navegan a la deriva en un mar de dudas.

Vicente Moreno apeló a “recobrar las señas de identidad” cuando solo había consumido tres jornadas de liga. Ese suele ser un comodín reservado para las últimas semanas de competición o cuando hay que buscar un extra ante el enfrentamiento con un rival de mucho presupuesto. Pero, ¿a qué características de Osasuna se refería su entrenador? Porque sacar a colación la identidad cuando ya había tomado la decisión de sentar en el banquillo a un central de la cantera porque había que hacer hueco a un fichaje de 5 millones me parece que no se atiene a los parámetros de Osasuna. Hay que buscar fórmulas intermedias en las que los chicos de Tajonar no se sientan desplazados o platos de segunda mesa, y esta decisión de Moreno o la dirección deportiva con Herrando no me parece un buen mensaje para la base. Luego nos rasgamos las vestiduras cuando se van al Athletic.

Que no se me interprete mal, hablo de conceptos que deben estar en el ADN de Osasuna y que no son incompatibles ni con los resultados, porque las victorias todo lo hacen bueno, ni con la adquisición de un futbolista como Boyomo. Porque a mi me parece que, sobre el campo, la identidad de Osasuna también tiene que ver con ese fútbol presionante, de ritmo acelerado, de meter balones al área y que durante la primera mitad hizo identificables a los rojillos, por encima del libreto, los gustos y el carácter de quien los dirige. Pero no es de recibo que a la hora de juego todo el equipo se eche atrás, con seis defensas en línea (en un dibujo de 0-6-1-3-0) y entregando espacio y ocasiones de remate al Celta. Llegué a dudar de que la hinchada, cuando pitaba al Celta durante la posesión, no recriminara en realidad a los de rojo por tocar a retirada, más aún después de lo visto en Girona.

Vicente Moreno necesita tanto el tiempo como los puntos para ganar la confianza de la grada y también en sí mismo. Basta ver cómo celebra las victorias para sentir la presión que soporta. Y por eso mismo, alguien debe recordarle que en la identidad del osasunismo está también el apoyar a los entrenadores que sintonizan con los gustos de la hinchada, con el estilo valiente.

Los dirigentes del club, como representantes elegidos por los socios, también deberían defender la identidad. La renovación de Oroz es un éxito, aunque la anuncien antes del partido para acallar las críticas de quienes tomaron partido por Herrando cuando ofrecieron la alineación. Y esto no va de taliboinas, porque todo el que se pone la camiseta roja es de los nuestros; esto va de sostener que somos distintos y, sobre todo, de creérnoslo.

Confidencial

El Albacete cobra por Boyomo. De los 5 millones desembolsados por Osasuna para fichar a Boyomo, también el Albacete se lleva tajada. En concreto, el 10% (500.000 euros). Cantidad que el club manchego suma a los 1,5 millones por la venta al Valladolid, a los que añade otros 600.000 euros por el ascenso del equipo pucelano.