Pablo Ibáñez acabó su ciclo en Osasuna y, como pasó en el último partido en casa, al canterano rojillo se le vio visiblemente emocionado. Al acabar el partido se acercó a la grada, donde había familiares y conocidos suyos. Allí se fundió en varios abrazos mientras la afición le coreaba su nombre y alguno le volvía a pedir que no se marchase. Al jugador se le vio visiblemente emocionado y volvió a parecer que el jugador no tenía muchas ganas de marcharse, pero que las ofertas económicas han sido demasiado bajas. Ibáñez jugó su último partido en Mendizorroza, campo que tiene pinta que será su nueva casa a partir de la semana próxima.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
