Malas sensaciones de Osasuna en el tercer amistoso de pretemporada. Pese a que se ven mejorías, las sensaciones de salir goleados ante un rival de tu categoría nunca pueden ser buenas. A Osasuna le toca dar uno (o varios) pasos adelante en el medio mes que queda para comenzar lo que cuenta de verdad.
Seguir la pretemporada de Osasuna está siendo como cuando ves a un niño crecer. Lisci ha cogido un recién nacido y va poco a poco dándole forma. E, innegablemente, es poco a poco. Los comienzos son difíciles, dicen, y el de los rojillos no iba a ser diferente. A los de Lisci se les empieza a ver mucha más querencia por tener el balón y jugarlo por abajo que otras temporadas aunque todavía la precisión penaliza, y mucho, las posibilidades de trasladar la pelota a zona de ataque y sobre todo conectar con quien debe de ser el catalizador de la ofensiva rojilla: Aimar. De momento, el recurso que está funcionando a los rojillos es la verticalidad de Víctor Muñoz. Aunque con los errores lógicos de la juventud, el menudo pelirrojo protagonizó las mejores jugadas rojillas, como la que provocó al filo del descanso para servir un balón a Budimir al que se le adelantó Aihen. Moi, por la otra banda en ausencia de Rubén García, jugó más por dentro y Rosier no supo darle profundidad al equipo.
Más problemáticas están siendo las dificultades defensivas que está planteando el equipo, especialmente en las transiciones. Pese a que Osambela y Mauro cada vez se les ve más asentado en sus roles en el primer equipo, en otra jugada por banda, Kubo se sacó un latigazo al ángulo inferior de un Aitor que no pudo hacer nada. En el resto de la primera mitad, la Real generó peligro especialmente en transiciones ya que en estático parece que la defensa de Osasuna empieza a tener claros los automatismos y fue menos permisiva que en los otros amistosos.
Segunda mitad para olvidar
Lisci ya avisó en Lerín que en Zubieta dispondría de todos los jugadores durante 45 minutos y así lo hizo con todos menos con Moi, quién repitió en vez de Pedroarena, quien luego entró pasado el 60, y Aitor, que siguió en el campo. No fue la mejor salida, ya que en siete minutos, en el 52, Kubo se volvió a colar a la espalda de la defensa de Osasuna aprovechando un buen pase de Aramburu. Ante la salida de Aitor, el extremo cedió a Karrikaburu, que empujó a placer y convirtió el segundo gol.
No mejoró Osasuna y la Real volvió a la carga. Una falta fuera del área de Herrando fue convertida en penalti por obra y arte del colegiado y su ayudante. Cosas que hacen anhelar al VAR. Oskarsson decidió marcarse un panenka en un amistoso y Aitor casi se lo saca, pero finalmente el balón entró.
La cuestión es que ahí no paró el asunto. En el 66, el excanterano rojillo Iñaki Rupérez se internó por la derecha y puso un centro que Turrientes no perdonó (4-0). Habían pasado 20 minutos de la segunda mitad y la sangría era plausible.
Barja, de nuevo combativo, trató de dejar mejor sabor de boca y, en una recuperación en campo ofensivo, remató (por fin) a portería y, con algo de suerte, se coló por la escuadra del guardameta local (4-1). Poco después fue el navarro Pacheco el que cortó con una patada el avance de Yoldi cuando se plantaba ante el portero. Roja para el defensor de la Real, pero no tuvo impacto alguno en el partido ya que poco después se lesionó Iker Benito y, al tener todos los cambios hechos, Osasuna también se quedó con diez.
Es cierto que si esto tiene que pasar en algún momento, estamos en el indicado para que ocurran. Es momento de probaturas y de no sacar conclusiones prematuras, pero tampoco es menos real que encajar una goleada no gusta a nadie y que empieza a preocupar un poco algunas sensaciones que transmite el equipo.