Por motivos dignos de estudio, rara es la vez –y hace ya muchos años de la última– que a Osasuna lo tumba un modesto a partido único en la Copa. Algo de lo que pueden presumir muy pocos equipos de Primera, que casi todos han sufrido traspiés memorables. Como si los rojillos se la tomaran muy en serio o como si tuvieran mucho oficio en este tipo de partidos, que requieren de respeto al rival y de paciencia a la espera del destello propio o del error ajeno para abrir la lata y para seguir hasta sentenciar. En esta Copa amañada –lo diremos mil y una veces: hasta que no haya sorteo puro no será la Copa de todo el fútbol, sino de los equipos de Primera– es la manera de avanzar hasta las rondas interesantes, la manera de acercarse a esa final que en dos ocasiones ha disfrutado este club en sus 105 años de historia. La última, con un primer paso ante el Fuentes aragonés (1-4), un rival similar al Sant Jordi. El sueño comienza.