EN 1880, la fachada de la iglesia de San Lorenzo conservaba aún su vetusto y antiquísimo torreón medieval. Se concibió, allá por los siglos XII-XIII, como una más de las torres de recinto del conjunto amurallado de Pamplona, y tenía como función específica la protección de una de las puertas principales de la ciudad, el llamado Portal de San Lorenzo, que se abría a la izquierda de la torre. Una vez traspasada esta puerta se accedía a la calle principal del Burgo de San Cernin, que en su extremo opuesto terminaba con otro portal, el de la Galea, situado junto a las escalericas de Santo Domingo y confiado a la protección de otra iglesia encastillada, la de San Cernin, no menos imponente que esta de la imagen. Como puede verse en la foto, obtenida por el fotógrafo José Roldán Bidaburu (1860-1934), la torre de San Lorenzo iba bien dotada de saeteras, tanto en su frente como en los laterales, para proteger de flanco la muralla y el propio portal. Aunque había perdido ya su antiguo remate almenado, en su parte baja podían verse todavía algunos vestigios (sillares removidos, trazas de arcos cegados y algún portillo), que señalaban la ubicación exacta del antiquísimo y desaparecido Portal de San Lorenzo.

HOY EN DÍA, la zona ha sido profundamente alterada, no tanto por la desaparición de sus elementos como por el cambio en la concepción misma del espacio urbano. La repetición de la foto desde el mismo ángulo, además, se ve obstaculizada por el tupido arbolado y por algún inoportuno semáforo, empeñado en invadir el plano, por no hablar del tráfico que agobia la zona, camiones y villavesas incluidos.

Vemos que ya no ocupa su antiguo emplazamiento la fuente piramidal que flanqueaba la fachada en 1880, y que no era otra que la que hoy en día preside la plaza de las Recoletas. En cuanto al antiguo torreón medieval de San Lorenzo, sabemos que fue demolido el 25 de febrero de 1901, y que dos años después fue estrenada la fachada actual, diseñada por el arquitecto pamplonés Florencio Ansoleaga. Ignoramos qué habría dicho de la demolición de la torre el mundialmente conocido escritor Víctor Hugo, que visitó Pamplona en 1843, y que a la vista del viejo cubo medieval había escrito que se trataba de una "torre magnífica", alabando además la perfección de sus líneas, "sencillas y altaneras". Así lo consignó en su famoso y archiconocido diario de viaje.