pamplona. La esclavitud de "un capitalismo sin entrañas" y la necesidad de "vivencias religiosas" centraron el discurso de Juan José Cambra, párroco de la iglesia de San Agustín que, ayer, como cada año, acogió la celebración de la renovación del Voto de las Cinco Llagas. Esta religiosa tradición se remonta a 1599, cuando una devastadora epidemia de peste azotó a la población de Pamplona. Esta tragedia fue recordada al inicio del acto, por Carlos Alzo: "Nosotros celebramos algo que habría pasado inadvertido, pero cuyo desarrollo pudo borrar del mapa la localidad en la que ahora estamos. Está lejos el año 1599, pero su recuerdo en la memoria de los pamploneses no ha dejado de estar presente. Aquella peste se cebó en los habitantes de Pamplona, produciendo enfermedad y muerte", recordó Alzo. La "salvación" llegó con la revelación de un fraile franciscano de Calahorra, que transmitió al Obispo de entonces la siguiente recomendación: durante 15 días, los pamploneses "debían llegar en su pecho la insignia de las Cinco Llagas y la corona de espinas, celebrando misas y procesiones". "El Ayuntamiento de entonces acordó celebrar su recuerdo", concluyó Alzo. Al término de sus palabras, el párroco y la Corporación municipal acompañaron el "simulacro de las Cinco Llagas" alrededor del interior de la iglesia, mientras sonaba la melodía de Miserere y, más adelante, Inter vestibulum.
opiniones Juan José Cambra dio pie a su discurso recordando cómo "nuestros antepasados tuvieron una experiencia religiosa y consideró que ahora "el hombre necesita más que nunca vivencias religiosas". "Parece que va penetrando entre nosotros una nueva forma de pensar, actuar y vivir que ya no está marcada por la fe cristiana", opinó Cambra, quien explicó cómo "poco a poco nos vamos familiarizando con una cultura donde cada vez se prescinde más de Dios y los cristianos nos vamos acostumbrando a esta situación de indiferencia". El párroco hizo alusión impresiones de "los expertos", que hablan del paso de "una sociedad de creencias a una sociedad de opiniones". "Hace algunos años, los individuos actuaban movidos por una misma fe", mientras que actualmente "se tiende a vivir de opiniones", comparó Cambra, que criticó cómo "no sienten necesidad de hacerla principio inspirador de su comportamiento".
El párroco también trajo a colación que "hay otras llagas". "Los llamados países libres somos más esclavos que nunca de un capitalismo sin entrañas, que para procurar el bienestar relativo de mil millones de personas no duda en condenar a la miseria a los otros cuatro mil quinientos (millones) que pueblan la tierra", denunció Cambra, que añadió cómo "la Europa que ofrecía una acogida generosa a trabajadores extranjeros para realizar trabajos que nadie quería", hoy "dicta leyes de extranjería para poner barreras infranqueables a los hambrientos que nosotros mismos estamos contribuyendo a crear en el mundo".