"Hay mucho analfabetismo artístico"
El autor del monumento al encierro, Rafael Huerta, confiesa que no le extraña el accidente, y que ya lo avisó
EL monumento al Encierro se ha convertido una vez más en noticia debido al accidente sufrido la semana pasada por dos jóvenes franceses del JMJ, uno de los cuales tropezó y cayó sobre uno de los cuernos hiriéndose, mientras que su compañero se desmayó al ver la sangre. Este hecho podría haber sido anecdótico si hubiera sido la primera vez que ocurre, pero lo cierto es que ha habido más accidentes en la escultura desde que se inauguró. Accidentes que en general no pasaron a mayores, pero que demuestran el peligro que supone subirse al monumento. "Yo alguna vez ya he visto a algún crío darse un buen golpe contra el toro al levantar la cabeza", recuerda Rafael Huerta, autor de la citada escultura. "Pero sinceramente, aunque me produce incertidumbre lo que les pueda pasar a los niños, éstos son los que menos me preocupan, porque también es cierto que he visto la cara de ilusión de alguna cría pidiéndole a su padre por favor que le subiera para tocar al toro", cuenta el escultor.
En realidad, según señala, los peores son los adultos, "sinceramente me parece una falta de respeto que se suban a una obra de arte, sobre todo porque cada vez se parece más a una verbena", aclara. Aunque también admite que no le extraña lo más mínimo lo que ha ocurrido. "Hace tiempo ya avisé de que esto podía ocurrir pero no se me hizo caso". "He escrito una carta a Ignacio Polo para aclarar que lo que dijo hace unos días en la prensa de que yo en su momento prefería que la escultura estuviera a ras de suelo no es cierto", explica, y es que, al parecer, Huerta no sólo dijo que no se iba a poner en el suelo, sino que explícitamente pidió poner una peana.
"Lo que pasa es que hay mucho analfabetismo artístico. La escultura tenía que ser peraltada, porque de hecho estaba creada especialmente para ello, no para estar a ras de suelo, como se había puesto de moda entonces", cuenta. No en vano Huerta se negó "a que la escultura saliera de la fundición de Eibar hasta que no tuviera la peana", es más, la pidió 17 centímetros más alta de lo que finalmente la hicieron.
"La idea de hacerla más alta era para que, precisamente, la gente lo tuviera más difícil para subir", recuerda. "Y menos mal que no la dejé en el suelo como pretendían, porque era una locura. Imagínese que un señor mayor por lo que sea va despistado por la calle, pues si la escultura estuviera a ras se podría dar un buen golpe", asevera. Pero lo que más le molesta, según cuenta, es que aquí en Pamplona se deje hacer tal festejo sobre el monumento como si nada. "No lo he visto antes en ningún otro lugar", señala. "Lo que yo haría para evitarlo sería prohibir subirse, pero además multar a quien lo infrinja, y para ello poner cámaras para vigilar. Y lo digo porque todos sabemos cómo es la gente y por mucho que prohibas van a hacer lo que quieran, pero si les tocas el bolsillo a lo mejor sí que se lo piensan dos veces", explica. Huerta no esconde su malestar por el hecho de que la gente se suba a su obra de arte, ya que, tal y como afirma, "es como un hijo para mí". "Lo es, porque me costó mucho tiempo y esfuerzo terminarlo y creo que se merece un respeto", añade.
Y es que ya una vez le rompieron el rabo a uno de los toros del monumento, "y para estropearlo hacía falta más de una persona, porque por dentro tiene una pieza que lo asegura y que para que se rompa hace falta que haya varias personas haciendo fuerza a propósito", recalca el escultor, que no entiende la incomprensión de la gente, "que no es capaz de comprender que toda escultura está para ser admirada y no para jugar encima".
POLÉMICAS Desde que el monumento fue ideado, surgieron problemas de diverso tipo. El primero de ellos referido al lugar elegido para su instalación, en la calle Roncesvalles, junto a Carlos III, lugar donde antiguamente se encontraba situada la estela de Germán Rodríguez, joven asesinado a tiros por la policía en los Sanfermines de 1978.
El principal problema surgió en cuanto fue retirada la estela, motivo por el cual, diversos colectivos de Pamplona, entre ellos Hilarria, así como los diferentes grupos políticos de la oposición, fueron los que ya en 2007 pidieron que, tras la instalación del monumento, se repusiera la citada estela en su lugar, para acabar así con la polémica. Finalmente ésta fue sustituida por una placa, cuya idea surgió del grupo de CDN y fue apoyada únicamente por UPN, ya que los demás partidos abogaron por reponer la estela original. Asimismo, se definió que el texto de la placa fuera En recuerdo de los desafortunados hechos acontecidos en los Sanfermines de 1978 en los que perdió la vida el joven Germán Rodríguez, y que se instalara detrás del monumento, pero a una distancia prudencial. No obstante, hasta que fue instalada la placa, el monumento sufrió, tras su inauguración, una pintada con el lema German Gogoan Zitugu, como denuncia a la retirada de la estela.
Por otro lado, el monumento tuvo que ser modificado posteriormente, ya que el autor había retratado en las caras de los corredores a diversas personalidades y rostros conocidos de Pamplona, como la del corredor Julen Medina, la del entonces concejal de Cultura del Ayuntamiento, Ignacio Pérez Cabañas, o la suya propia, que aún se mantiene en el monumento. No obstante, sea como fuere, ésta escultura nunca ha dejado indiferente a nadie, y es que, con el tiempo, se ha convertido para muchos en un símbolo de los Sanfermines, y, por tanto, en un lugar ineludible tanto para los cientos de turistas que visitan la ciudad como para los propios pamploneses.