La entrada cuesta un euro para mayores de 12 años y el horario es de 11.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 21.00 horas. Con el ticket se entra en el sorteo de dos belenes. Por el momento, ya han pasado más de 13.000 personas.
Familias con sus txikis se asoman, mañanas y tardes, a esos decorados cargados de detalles que transportan a otros mundos de antaño. La tradición juega un papel clave. "Todos los años venimos a verlos. Son muy bonitos y muy originales", explica Lucía Gómez Caballo, que acude acompañada por sus tres nietos. María Diest, de 12 años, Maider Diest, de siete años y Alejandro Carvajal, de ocho años. María ya ha apuntado ideas para su nacimiento. "Me gusta que se enciendan las farolas y se apague la luz, como si fuera de noche, las palomas y que se vea personas en los túneles", comenta. En la sala, de 1.000 m2,, se escucha un murmullo cargado de explicaciones y preguntas. De mayores a txikis. Y viceversa. Ana Marco explica las diferencias entre un tejado roncalés y uno palestino. "En el primero, los tejados son acusados para que el agua resbale". Sus amigas búlgaras Atidzhe Manevska, Silviya Manevska y Dianta Rumenova, de seis años, le escuchan con atención. "En nuestro país se hace parecido", apunta Atidzhe.
Los cuatro nietos de Feli Sorozábal observan la escena de un belén. Alejandro Garayoa, de diez años, David Garayoa, de siete, Nicolás Gracia, de cinco y Aitor Casado, de dos, escuchan a su abuela y preguntan. "Así los inculcas y se aficionan a ver cosas clásicas. Todos los años nos sorprenden", afirma Sorozábal.
belenes anónimos Una de las novedades respecto a otras ediciones es la ausencia de una placa que identifique a los autores de cada belén. Jesús María Gómara, presidente de la asociación, señala que "se trata de un homenaje a todos los belenistas que trabajan en la estructura, la carpintería, pintura, transporte, etc. Son igual de válidos que los que lo hacen". Y es que el montaje duró cinco días y en él participaron más de 90 personas.
Otras innovaciones que se han llevado a cabo durante ediciones pasadas es la incorporación de luces led en la iluminación o la construcción de una máquina de hacer tejas. "Hemos podido realizar hasta 3.000 tejas", precisa orgulloso.
Preguntado por el material básico de los nacimientos, Gómara responde que "con el poliespán se puede conseguir de todo". No exagera. Paredes de piedra, madera, tejas, ladrillos, montañas, puentes, palacios, piedras... La mayoría de los decorados, grandes y pequeños, están hechos de poliespán. Para colorearlos, se aplican cremas especiales y pinturas de tierra. Dicho proceso está al alcance de cualquiera ya que, de lunes a viernes, en horario de 18.00 a 20.00 horas, la asociación ha organizado un taller para enseñar al público las técnicas. "Al iniciado, una escena le cuesta de dos a tres meses", precisa Gómara. El tiempo se antoja fundamental en la creación de belenes ya que se invierten muchas horas. "Un nacimiento, como mínimo, te lleva 250 horas y uno grande (de 2,70 a 2,80 metros) pasa de las 1.000 horas. Puede llegar a las 2.000 horas y lo realizan de tres a cuatro personas", comenta Gómara.
gran diversidad Por otro lado, el único nacimiento que posee una placa explicativa es el belén copto. Y, es también, uno de los que más atención acapara. "Está elaborado por los pueblos del Alto Nilo de religión cristiana. Tiene más de un siglo, y lo restauró una belenista porque las piezas se rompieron en el viaje", expone Gómara. El belén copto convive con belenes navarros, palestinos, etc de diferentes tamaños y formas.
El 6 de enero la muestra finaliza. ¿A dónde van a parar los 38 belenes? "Algunos se reforman, otros se donan a iglesias o ayuntamientos y muchos se destruyen", asevera Gómara. "La asociación está para hacer belenes", finaliza.