Hacia 1927, la calle de Santo Domingo presentaba, en su tramo inferior, una estructura urbana más bien abierta y difuminada, que se abría hacia uno de sus costados en un espacio despejado dotado de huertas y casuchas de labranza. La fotografía permite ver, en el extremo derecho, el paredón que limita la calle y la encajona, continuando en una curva ascendente hasta el viejo edificio del Hospital de la Misericordia, tal y como era antes de su transformación en museo. Se aprecia a continuación, en el centro de la imagen, la capilla del siglo XVI, que remata con una garita circular de vigilancia, para terminar con el edificio que albergaba el llamado pasadizo del Hospital, que justamente asoma por encima de los árboles en el extremo izquierdo de la fotografía.
En la Edad Media toda la zona descrita había recibido el nombre de la Rocha, que en lenguaje occitano significa la roca, seguramente porque se asentaba sobre un promontorio rocoso que dominaba desde lo alto la vega del río Arga. Con el tiempo, el barrio de hortelanos situado debajo de este promontorio paso a llamarse Ius la Rocha, que vendría a significar "debajo de la roca", aunque posteriormente la mitad de su nombre fue traducida al euskara, formando una extraña palabra, Rochapea, que es una curiosa combinación de occitano (rocha), idioma hablado por los inmigrantes francos establecidos en el burgo de San Cernin, y el euskara (pea) que los pamploneses hablaban desde la noche de los tiempos.
HOY EN DÍA podemos apreciar que los elementos que formaban el paisaje urbano en la segunda década del siglo XX, tomados uno a uno, han sufrido transformaciones radicales, pero en cambio el conjunto de todos ellos permanece curiosamente reconocible. El edificio que albergaba el pasadizo del Hospital, al que ya nos referimos en otro artículo de esta misma serie, fue derribado en 1928, y el propio hospital se demolió en 1945, habiéndose operado posteriormente varias remodelaciones, tanto en los edificios anejos como en los espacios circundantes, para la adecuación del conjunto a las necesidades museísticas.
El altísimo paredón de piedra que limita la calle fue también reformado, en 1971, aunque podemos apreciar que su trazado y estructura siguen al antiguo. Lo había levantado un pamplonés llamado Johan de Igarabide, en el año 1597, para salvar el desnivel que existía entre la zona conocida como la Rocha y el barranco sucio, maloliente y enfangado sobre el que se asentaría la calle de Santo Domingo. Las huertas desaparecieron también hace tiempo, y en su lugar vemos hoy un aparcamiento y un fallido parque que, ni por su diseño ni por los materiales empleados en su construcción, se adecuan al entorno. Sigue en su lugar la caseta que veíamos parcialmente asomar por la derecha en la foto antigua, y toda la zona, en definitiva, espera paciente a que algún día el Consistorio se decida a actuar en el lugar, dignificando de una vez y para siempre este privilegiado txoko de la Pamplona antigua.