En 1965 y todavía en pleno franquismo, los incipientes movimientos obreros, arraigados en Pamplona a raíz del despegue económico de mediados de siglo, hacían despertar una conciencia social que daría mucho que hablar en la siguiente década, aunando reivindicaciones sociales, políticas y nacionales. Una de las empresas que fue testigo del surgimiento de aquel movimiento obrero fue la fábrica de calzados de López, que radicaba por aquel entonces en el edificio blanco situado en medio de la fotografía. La empresa había sido fundada en 1889 por Toribio López, un burgalés afincado en Pamplona, que en 1924 abrió una nueva y flamante factoría, situada en la esquina de las calles Arrieta y Amaya.

La fotografía nos muestra una escena obtenida sin duda en día de fiesta, a juzgar por las persianas echadas de los comercios y por los atuendos de los personajes. Un grupo de hombres, vestidos con traje, corbata y gabardina, cruza la calle en dirección al Casco Viejo mientras que, unos metros más adelante, un grupo de tres mujeres elegantemente vestidas lucen traje corto, zapatos de tacón y bolsito de mano. Se distinguen incluso los collares que llevan las dos mujeres de la derecha, mientras que la situada a la izquierda pasea una aparatosa permanente. Están cruzando ante la puerta de una ferretería que anuncia la venta de herramientas, maquinaria y elementos industriales.

HOY EN DÍA, el inmueble que albergaba la ferretería de 1965 permanece inalterado y perfectamente reconocible, aunque el establecimiento que ocupaba sus bajos comerciales desapareció hace mucho tiempo, y fue sustituido por una moderna tienda de ropa. También vemos en su sitio el edificio de la izquierda, actualmente ocupado por una óptica, y en primer término apreciamos el borde de la acera de la Plaza de Toros, que certifica de modo incuestionable que nos encontramos en el punto exacto donde se situó el fotógrafo Javier Gallo para obtener su hermosa y curiosa fotografía en 1965.

Desconocemos en qué momento fue derribado el edificio de la fábrica de calzados López. Sí sabemos, en cambio, que la empresa pasó por innumerables avatares a lo largo de todo el siglo XX. Después de sufrir las represalias franquistas y la incautación temporal de sus instalaciones durante la Guerra Civil, motivada por la orientación izquierdista de algunos de los miembros de la familia, la empresa vivió una tambaleante historia durante los años 40 y 50. Para 1965, el declive de la marca era ya más que evidente, y los balances anuales terminaban a menudo con terribles pérdidas. Ello abrió un rosario de incidentes, huelgas y encierros que terminaría con el definitivo cierre de la fábrica, acaecido en el año 1971. Imaginamos que de forma inmediata se procedería a la venta del solar y al derribo de la vieja factoría.