La cuarta edición de Euskaraldia, iniciada el 15 de mayo, ha puesto hoy su broche final a las 13.00 horas con un acto protagonizado por la vicepresidenta segunda y consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera del Gobierno de Navarra, Ana Ollo, en Huarte. Una iniciativa que ha movido, durante 11 días, a más de 16.000 navarros y navarras a incidir en los hábitos lingüísticos a favor del euskera y a continuar apostando por una lengua viva que integra y crea comunidad.
“Es un ejercicio social. Para que cualquier lengua viva tiene que hablarse en el día a día”, ha asegurado Ollo en el discurso que ha indicado el cierre del proyecto en la plaza San Juan. La vicepresidenta también ha relatado la implicación y el apoyo que el Gobierno de Navarra muestra, desde la primera edición de 2018 –se realiza cada dos años–, por este movimiento que distingue dos roles esenciales: los ahobizi –hablan el euskera en todo momento– y los belarriprest –puede que no siempre lo hablen con todas las personas que lo entienden–.
Ambos papeles se reflejan con unas chapas que muestran, cada una, el rol con el que el individuo se siente más identificado. Así, durante los once días que dura el reto, los participantes de toda Euskalherria han portado las placas con el objetivo de hablar euskera el mayor tiempo posible durante su rutina.
Sin embargo, ¿qué ocurre con aquellos que no han tenido la oportunidad de dominar esta lengua pero apuestan por ella? Ollo no se ha olvidado de este colectivo y ha incidido en el papel fundamental que tienen en la Comunidad Foral. “Añado una tercera chapa –metafórica–, la de los Euskaltzales. Esta gente ha sido muy importante”, ha afirmado .
“Hay que romper muchas fronteras. En Navarra 1 de cada 4 jóvenes es euskaldun y es gracias, también, a todo ese grupo de padres y de madres que, sin saber el idioma, han querido darles a sus hijos la oportunidad de aprenderlo. Ahora mismo, más de 100.000 navarros han estudiado euskera”, ha continuado.
“Hay que ganar espacios para el euskera y hay que ganar relaciones sociales con la lengua”, ha incidido Oskar Zapata, coordinador de Topagunea. Zapata ha confesado el balance, sumamente positivo, que esta cuarta edición ha ofrecido. “Estoy muy contento. Este año teníamos como objetivo crear movimiento, incidir en los pueblos. Y lo que hemos constatado es que en las comisiones se ha trabajado muy agusto, más que otras veces”, ha declarado.
Además, el cambio de fechas de la iniciativa a primavera –las anteriores ediciones se celebraban en otoño– ha sido todo un acierto. Así, Topagunea ha organizado comités en más de 120 localidades navarras como Tafalla, Tudela o los de la zona pirenáica, entre otros. Esta empresa, tras la inauguración de la iniciativa el pasado 15 de mayo, ha querido descentralizar su misión y ha concedido a cada territorio libertad “para que haga, cada uno, lo que considere oportuno”, ha manifestado Zapata.
En el caso de Huarte, el pueblo no ha perdido oportunidad para localizar, cada día, un hueco en su agenda para conseguir que su gente se comunique, sin excusas, en euskera. “Lo que queríamos era que fueran actividades participativas. Organizamos, por ejemplo, una lectura compartida en la que colaboraron la sociedad Berdintasuna, el Consejo de Participación Infantil, Zubialte Euskaltegia y el Club de Lectura de Huarte. Han sido, sobre todo, muchas actividades en la calle”, ha atestiguado Ana Mindegia, técnica de Euskera en el Ayuntamiento de Huarte desde hace 35 años.
Más de 300 huartearras se han sumado a las jornadas organizadas durante Euskaldegia. Aunque, como ha relatado Mindegia, “es un dato un poco engañoso porque hay mucha gente que como ya se apuntó en otras ediciones ahora no lo hace y solo lleva la chapa”. La técnica ha recordado, a su vez, cómo hace casi cuarenta años, el colegio público de la localidad apenas tenía alumnos que dominasen el euskera. Hoy, dos tercios estudian el Modelo D. “Poco a poco lo fuimos consiguiendo y la evolución es muy grande”, ha concluido.