pamplona. La 6ª edición del premio de la Pancarta de Oro, que entrega desde 2008 la peña Anaitasuna, cayó este año en manos de la Asociación Bokatas.

La peña aprovecha todos los años para hacer entrega de la placa con la grabación de la pancarta sanferminera del año anterior, además de un vale de 600 euros, con motivo de dar reconocimiento a una persona o entidad que haya destacado en diversos ámbitos. Este año el reconocimiento ha sido para aquellos que trabajan por la eliminación de la exclusión social en la ciudad. Como cada edición eran tres los aspirantes para recibir el galardón, esta vez participaron: el Club Taurino, un colectivo contra el sida y la Asociación Bokatas, que fue la ganadora.

Esta asociación, compuesta por 54 personas (de las cuales 50 son estudiantes universitarios), nació en noviembre de 2011 de la mano de Maena Arizcun. "La idea empezó porque yo conocía a una pareja que quería entrar en un centro de desintoxicación. Quise ayudarles y empecé llevándoles bocadillos. Mi hijo estaba estudiando y trabajando en Madrid y se apuntó como voluntario en Bokatas Madrid. Me animó a que montara algo parecido aquí y mi hija expuso la idea a los compañeros de su clase. Se empezaron a apuntar tantos, que prácticamente me obligaron". "Además una persona que trabajaba en Panasa escuchó nuestra propuesta y se ofreció a darnos el pan y los bollos", añadió Arizcun.

Julen Llorens, otro de los voluntarios de la asociación, que asistió ayer al premio, relataba cómo es la labor de la entidad. "No tenemos ningún financiamiento público, aunque como tenemos muchos usuarios, nos relacionamos con Cruz Roja y Proyecto Hombre, entre otras. Hay dos puntos de encuentro fijos para los usuarios. Quedamos con ellos a las 18.00 horas, los lunes y jueves en la plaza de los Ajos, que en su gran mayoría son nacionales, y los martes, detrás de la plaza Conde Rodezno, con usuarios árabes. El punto de encuentro es la excusa para llegar a ellos, entablar una relación y meterte en cada caso personal para intentar ayudar". "Muchos de ellos son de la época de la heroína. Una vez que salen de ella, se dan cuenta de que tienen una vida desestructurada y ellos mismos se excluyen, además de que la sociedad no les de ninguna ayuda. Es increíble el complejo de inferioridad y vergüenza que tienen", prosiguió el joven. "Intentamos suplir ese amigo o familiar que no tienen los de la calle", concluyó Maena Arizcun.