pamplona - La última, el pasado sábado, cuando, según denuncian, a las cuatro de la madrugada varias personas lanzaron una botella de cristal a una de las ventanas de las viviendas, rompiendo la persiana y una parte del marco. Pese a que cuentan con una sonometría de ruido que supera los niveles permitidos, exigen que el Ayuntamiento de Pamplona se involucre, ya que se sienten desamparados.
“Ya no les dejamos pasar ni una. Ha llegado un punto que a la mínima que vemos una posible ilegalidad llamamos a Policía Municipal porque no aguantamos más. Estas dos bajeras no nos dejan dormir y por eso estamos alterados”, relatan. Con posibles ilegalidades se refieren a que, según señalan, estos jóvenes fumarían porros en la plaza que colinda con las bajeras, a que los niveles de ruido superan el máximo permitido por el Decreto Foral 135/1989 y a amenazas e insultos: “Cuando nos asomamos a la ventana para pedirles que no hagan tanto ruido nos increpan. ‘¿Es que no puedes estar viendo la tele como todo el mundo? ¡Lo que necesitas es echar un polvo!’, nos gritan”.
Como ejemplo de estas presuntas ilegalidades, muestran el caso del pasado 14 de septiembre, cuando agentes del área de Seguridad Ciudadana del Consistorio realizaron una sonometría nocturna en un primer piso ubicado en el mismo edificio en el que se sitúan dichas bajeras y con las ventanas cerradas. Según el acta, a la que ha tenido acceso este periódico, a la 1.19 horas la sonometría arrojó un resultado de 33,7 decibelios, y a la 1.23 horas de 32,4 decibelios, superando por tanto la máxima de 30 que permite el decreto foral antes mencionado. El ruido, que según el acta se identificaba con “música y voces”, cesó después de que Policía Municipal instara a los jóvenes a firmar el documento.
Tras esta denuncia, los vecinos comentan que aparecieron rotos varios retrovisores de los coches aparcados en la zona. “A mí me dijeron que alguien les había reventado la puerta de la bajera, y a los días apareció todo roto. La gente ya no quiere ni aparcar aquí”, afirma una vecina.
La suciedad es otro de los problemas a los que tienen que enfrentarse, sobre todo los fines de semana. “Después del fin de semana aparece la plaza llena de botellas, latas y vasos de plástico. No entendemos por qué las tiran al suelo si la papelera está a dos metros... Hemos llegado a ver hasta ratas porque también tiran comida”, aseguran.
“queremos respeto” Según dicen, los dos locales problemáticos, que son propiedad de una misma persona, son compartidos por “50 o 60 personas, tanto chicas como chicos, y desde menores hasta personas de casi 30 años”. Los vecinos, muchos de ellos de la tercera edad y del barrio pamplonés “de toda la vida”, apuntan que entienden que los jóvenes “tienen que estar en algún sitio”, pero piden “respeto”; algo que creen que no se da en estos dos casos en concreto.
“En esta misma calle hay otras dos bajeras de jóvenes. Una de unos chicos que llevan 17 años y otra de unas chicas, y nunca hemos tenido problemas con ellos , solo con estas otras dos, que llegaron hace dos años”, exponen. “Hasta entonces la convivencia era muy buena. Nos sentábamos en la plaza y podíamos estar a gusto”, añaden. Una de las últimas vecinas en instalarse, apunta también que, cuando llegó, “esta zona tenía el ambiente positivo de un pueblico”. Ahora, solo quieren que vuelva a serlo.
sin normativa propia
Pamplona se rige por el Decreto Foral. El Ayuntamiento de Pamplona no dispone de una normativa propia que regule los ruidos, en este caso procedentes de locales de ocio de jóvenes. Generalmente se rige por la normativa foral, en concreto por el Decreto Foral 135/1989, que señala que, en viviendas, durante el día no pueden superarse los 35 decibelios (30 durante la noche). En caso de denuncia, Policía Municipal realiza una sonometría y, si supera este límite, se remite al área de Medio Ambiente para que incoe el expediente. - I.D.C.